Capítulo 3

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Miles 

El cuerpo me duele, el sudor se esparce por todo mi cuerpo, las ganas de vomitar incrementan, la cabeza me da mil vueltas. 

Me concentró en terminar la última vuelta, en el menor tiempo posible, pero el carro baja de velocidad de un segundo a otro, impidiendo qué pueda rebasar mi tiempo. 

Carajo.

Golpeo el volante del auto. 

Me bajo más que molesto, el enojo corre por mis venas, estoy tan harto de esta mierda. 

—Miles. —me anuncia por los audífonos, pero yo solo lo ignoro. 

Avanzó hasta el garaje. 

La temporada no ha comenzado nada favorable para el equipo, van las dos primeras carreras del año, las más importantes, ya que se demuestra qué equipo tiene un buen arranque y suma puntos importantes.

En la primera carrera el carro perdí el control estampado contra una barrera y en la segunda hubo un problema con el motor. 

No llevo ni jodido punto, lo que me hace estar abajo de la lista. 

Es una maldita mierda todo esto. 

—Miles. —habla Grey. 

Lo ignoro, me quito la balaclava, sosteniéndola en mi mano, avanzando a mi camerino. 

—¡Miles, carajo! —me detiene y lo miró sin decir nada. 

—Sé que no ha sido un buen inicio, pero esto va comenzando, el auto es nuevo, debemos hacer unas pruebas más, para poder mejorar. 

—Mi carrera está en juego, Grey. —hablo molesto. —No puedo seguir quedando en tercer lugar en el campeonato. 

—Lo sé, pero necesito qué confíes en que hará todo lo necesario para qué el carro mejore notoriamente, por la mañana se harán los arreglos suficientes y el auto irá sin fallas a Australia, lo prometo. —lo miro no convencido, pero solo asiento. 

Él deja solo unas palmadas en mi hombro. 

—Ve a descansar. —suelta. —Te veo mañana en Australia. 

Se da la vuelta desapareciendo entre el garage. 

Me quito el traje y me doy una ducha rápida, para colocarme una sudadera y un pants negro. 

Peinó mi cabello con mis manos y tomó mi mochila, junto a las llaves de mi auto, saliendo del circuito de Londres. 

Conduzco, pensado en más estrategias, pero el único defecto que encuentro es el maldito automóvil. 

Mañana tengo una cena junto con mi padre en Australia y la familia de Daphne, a la cual no quiero asistir, no tengo cara para prestarme a esas cenas.

Llegó a mi departamento, las luces están apagadas y no me esfuerzo en prenderlas, solo me dejo caer sobre mi sofá, viendo la vista que me da el último piso de este edificio, disfruto del silencio, cerrando mis ojos. 

Pero esto no dura mucho. 

Escucho la puerta abrirse, acompañado de la voz de Daphne.

—Amor. —suelta y yo trato de pedir un minuto más de silencio. 

—Miles, amor. —vuelve a hablar. 

—Daphne. —anuncio levantándome del sillón. 

Ella mira y avanza a mí. 

—Te extrañé, amor. —suelta rodeando mi cuello en sus manos. 

Daphne y yo somos pareja, pero no específicamente hay una historia de amor detrás de nosotros, si no más bien un contrato, pero eso solo lo sabemos nosotros y el equipo detrás de toda esta mentira. 

Destino Entrelazado [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora