✧┊  ★ La heredera de Rowina Ravenclaw *ੈ✩‧₊˚ [COMPLETADA]

❍ | Harry Potter está muerto

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LA SEGUNDA PARTE DE UNA
GUERRA

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EL CASTILLO ESTABA INUSUALMENTE SILENCIOSO. No había destellos luminosos, ni explosiones, gritos, exclamaciones. Las gárgolas de la desierta entrada estaban salpicadas de sangre. Aún había esmeraldas esparcidas por el suelo, junto con trozos de mármol y madera astillada. Parte de las barandillas había sido destrozada.

—¿Dónde estarán todos?—susurró Adelina, que caminaba junto a su Madalene hacia el Gran Comedor: ambas se detuvieron en el umbral.

Las mesas de las Casas ya no estaban, y la habitación estaba repleta. Los sobrevivientes se mantenían abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados por Madam Pomfrey y algunos ayudantes en una plataforma.

Firenze se encontraba entre los heridos: emanaba sangre de su costado, y se sacudía desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie.
Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Adelina sentía un enorme nudo en su garganta mientras avanzaba. Su boca estaba dolorosamente seca. No podía ver el cuerpo de Fred, ya que su familia lo rodeaba, llorando y lamentándose a gritos.

La señora Weasley; tendida sobre el pecho de Fred, temblando incontrolablemente. El señor Weasley le acariciaba el cabello, mientras las lágrimas caían de sus ojos.

Miró alrededor con los ojos cristalizados.

Alrededor del hall, había un silencio profundo y solemne. El suelo estaba cubierto de cuerpos, algunos de ellos cubiertos con mantos, otros todavía expuestos al aire.

Era una escena trágica y brutal, un recordatorio del costo de la guerra que se estaba librando. Las caras de los estudiantes y profesores eran tristes y cansadas, marcadas por la pérdida y la devastación.

También habían muchos heridos: compañeros de toda la vida muriendo. Gente que conocía, perdiendo la vida.

De repente, una voz familiar resonó en el salón. —¡Adelina!—gritó Nana, su abuela, corriendo hacia ella con los brazos abiertos. Adelina se levantó para abrazarla, sintiendo la calidez y la fuerza de su abrazo. Estaba demasiado aliviada de que estuviese bien.