¡Que buena vida!

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Acarició con las llemas el pequeño cuadro de foto que le permitieron quedarse, la última foto de Hyunjin. Con nostalgia la observó una última vez antes de guardarla en el bolsillo de su pantalón.

Había esperado por tanto ese momento, el momento en el que nuevamente veía la luz del sol, árboles al rededor y mucho más paisaje que incontables muros grises.

Ansioso, nervioso, se sentía en un nacer nuevo, había incluso olvidado como cruzar calles, quería llegar pronto a su casa en la que lo que le quedaba de familia le esperaba feliz, con la que fue su comida favorita.

Tantas cosas le esperaban pero el su cabeza solo le parpadeaba una, aquel a quien había prometido volver, a quien dejó llorando y que tanta vergüenza había tenido de ver.

Tomó un taxi que le esperaba anticipadamente y le paseo por la cuidad, cientos de edificios nuevos, calles que no conocía, parques, parecía otra cuidad. Para él la vida se había detenido aquel dia, un error de juventud le había costado pasar mucha de su vida en una cárcel.

Pero eso estaba olvidado, ya había cumplido con su condena y salió por buen comportamiento, era un hombre que podía ser funcional en la sociedad.

El taxi se adentro a lo que fue el barrio en el que creció, ahora estaba mucho más colorido, pavimentado, había incluso una tienda una que hace tanto no existía, se preguntó quién de sus ex conocidos podía ser el dueño.

Sus manos sudaban, se preguntaba si él estaría ahí, justo ese día. Bajo del taxi y abrió la entrada de su casa, la casa de su difunta madre y se encontró con algunas personas de un lado al otro con algunos trastes en sus manos deteniendose al verlo entrar.

Su hermana, su cuñado y sus dos pequeños sobrinos y tres grandes amigos de la infancia quienes corrieron a abrazarle, tocaron y pellizcaron su rostro como si fuera irreal y luego de unos emotivos minutos lo sentaron para servir su plato de comida.

Y como en un buen sueño, por la puerta de la cocina lo vió salir, él si estaba ahí.
10 años después, Aún era precioso, incluso más, cabello largo, la piel madura, la carita rellena de niño había desaparecido, el tiempo lo había hecho todo un hombre.

Su hombre, su amor.

Sintió derretirse en esa silla, todos sus sentimientos floreciendo de golpe nuevamente.

Por un momento tuvo de vuelta 17 años, enamorado de su vecino, tímido y nervioso frente a él, temeroso de que sus sentimientos fuesen rechazados.

Hyun se movió frente a él, con un plato servido colocandoselo en frente, sonriéndole tan cálidamente y a pesar del tan familiar recibimiento, solo entonces, entre aquella hermosa sonrisa se había sentido en casa de nuevo.

Todos los de ese lugar sabían que ellos dos tenían que hablar en soledad y les darían su espacio después de la comida, después de todo ellos mismos habían extrañado al recién llegado.

Y durante la comida no había podido dejar de mirarlo, de observar como el tiempo había amado a Hyunjin, haciéndolo más hermoso, en el como aquel parecía tan cómodo entre su familia, como si perteneciera a ella.

Sí era parte de ella, ese era su lugar.

Cómo si el tiempo no hubiera pasado, solo como si se hubiera ido tres días de viaje es como le recibieron, inmediatamente después de comer le pusieron a lavar los trastes junto con "Hyunnie"

Su hermana lo molestó con eso, Recordándole los apodos más cursis y cariñosos que le había puesto de adolescente, "Hyunnie, Prínceso Huroncito"

-Te extrañe Channie- Hyun le susurró con la voz tímida, terminando de enjuagar un plato.

Y Chan casi cae, sus rodillas de repente eran líquidas, ¿Cómo podía ser tan tierno aún después de tantos años?

-Te dije que no me esperaras- agachó la mirada pero era un mentiroso, el se alegraba bastante de que los sentimientos de Hyun no hubieran cambiado. -Pero lo hiciste...

Y no era fuerte, ahora que lo tenía enfrente quería abrazarlo y no dejarlo ir, se mantuvo alejado a su príncipe lejos de él esos 10 años negándose a verlo en las visitas, a saber noticias sobre su vida. Su vergüenza era muy grande.

Hyunjin no era responsable por las acciones que cometió, pero eran jóvenes, Chan estaba muy enamorado, tanto que tenía jodido el cerebro y tenía en un altar al otro, su príncipe debía vivir en el lugar apropiado.

Su bonito rostro, sus manos delicadas no debían ensuciarse, él no, merecía más, mucho más de lo que tenía. Y fue simple, la salida más fácil, amistades incorrectas.
Un robo armado que le condenó a la cárcel.

-Tú me prometiste algo y sé que lo cumplirás.- al decir eso la voz de Hyun sonaba muy emocionada.

Matrimonio, era lo que había prometido, en cuanto Hyun fuera mayor de edad, se casarían pero no sucedió. Chan ya estaba preso en el cumpleaños número 18 de Hyun.

¿Realmente tenían una segunda oportunidad?

Aún eran jóvenes, mucho, les quedaba mucha vida por delante y ni Hyun ni Chan querían perderse de nuevo, lo que les esperaba en el futuro lo recibirían juntos.

Dos semanas después empacaron maletas, con el dinero que lograron juntar y donaciones de familiares tomaron un autobús hacia la costa, lugar donde siempre quisieron vivir.

La humedad, el sol más caliente y el olor a sal los recibió como un abrazo, eran las 8 de la mañana, estaban frente al gran azul, tomados de la mano.

Chan soltó las maletas que llevaba en sus manos, jaló suavemente hacia él a Hyun, dejó un beso en su frente, otro en la nariz, otro en los labios y Hyun encantado correspondido.

La promesa silenciosa de un mejor futuro, Una nueva vida, una buena vida, dejando los errores anteriores en el pasado, acciones que no se volverían a repetir.

Hyunchan, O.S & DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora