Miss Hwang.

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Para Bangchan, Hyunjin brillaba sin todas esas joyas que de repente adornaban su cuello, su espalda, sus manos o cualquier parte de su cuerpo.
No necesitaba de aquellos bolsos de marcas caras que solía cargar para ser alguien elegante. No necesitaba nada, en la desnudes natural, Hyunjin era imperfecto, humano.

Él no podía ver a Hyunjin como la joya que todos decían que era, como un objeto, él veía simplemente a Hyunjin, a quien amaba.

Bangchan lo vio ser nada y convertirse en todo y en la nada lo amó.

Hyunjin ahora era un bailarín de elite, con espectáculos únicamente para quienes pudieran pagar, tan  exclusivo que solo unos cuantos podían deleitarse con el contornoeo de su cuerpo. Codiciado como una rara piedra preciosa, solo unos pocos podían tenerlo en su cama.

Su oficio no había cambiado, la gran diferencia era que ahora Chan ya no tenía que sacar clientes desagradables que querían pasarse de listos de la habitación donde estaba encerrado Hyun y luego consolar su llanto llenandolo de fuerza para soportar otro día más.

Su amado Hyun tenía la libertad de elegir a sus clientes, poner sus propias tarifas, podía pedir y exigir, ser el amante en turno perfecto porque él no era solo para unas horas.

Hyunjin era todo lo que no soño ser.
La vida fue cruel y truncó su destino dándole una vida que no pidió.
O el destino amable dándole todo lo que no imaginó.

Chan aún recordaba, hace 10 años al niño escuálido y con un corte horrible de cabello que llegó chorreado en lágrimas luego de ser retenido en contra de su voluntad. El pequeño era demasiado... pequeño para trabajos de fuerza, contrario a Chan que a pesar de ser solo tres años mayor por bendita genética tenía músculos naturales desarrollados con muy poco ejercicio.
Hyunjin en ese entonces era un adolescente de solo catorce años, temeroso de todo, frágil y débil, que lloraba por cualquier cosa y suplicaba inútil por su libertad.
Lo que los "tíos" mayores habían hecho manteniendo con vida a Hyunjin debía ser pagado de una u otra forma. Gente enferma sobraba. Pagarían por él.

Esos fueron sus inicios, un día, después de maltratos y golpizas, después de haberle robado la esperanza y haberle hecho creer que la justicia no existía en aquel mundo cruel, sus servicios tenían que iniciar, las demás "señoritas ", hermanas juradas, le prepararon para recibir a su primer cliente, listo para alejarse de la  inocencia infantil.

El niño anhelante del cariño conocido de su familia.
El hombre que hoy había dejado atrás a las personas con las que compartía lazos de sangre por el bien de ellos.

Bangchan luchó como pudo para que ningún pervertido fuera cliente de Hyun por lo menos hasta que fuera mayor de edad.
No tenía derecho de darle un privilegio tan grande a Hyunjin cuando otros y otras más jóvenes sufrían cosas más horribles pero su propio corazón adolescente le gritó que hiciera lo que pudiera por proteger a la persona de la que se enamoró.
Con los recursos que le daban por ser un perro guardian, un perro obediente, fue él quien compró por cuatro años el valioso tiempo de Hyun.
Y entre platicas en en sucio cuarto lleno de residuos de fluidos de otras personas, el amor nació como flores que florecen en medio del duro asfalto de una cuidad muy grande.
Se enamoró de las ilusiones de grandeza del menor, de los sueños que todos tienen de pequeños, ser un famoso cantante, bailarín, una estrella, compartió sus propios deseos, libertad y hacer una familia llena de amor.
Ambos pusieron en las manos del otro lado parte más profunda e íntima de su ser.

La pasión vino después. Antes de que le quitarán algo más, faltando muy poco para cumplir la mayoría de edad, desesperado Hyunjin entregó lo último que le quedaba de pureza, entregó su cuerpo a Chan, la única persona en la que confiaba y que sabía que lo trataría bien.
El amor que nació de la tristeza.

Chan en promesas, le ofreció a Hyun un futuro mejor, cumplir aquellos sueños, cambiarle la vida.
Y cumplió, cuando se volvió un hombre y con las conecciones de personas agradecidas por su lealtad, vendió a Hyunjin como un diamante en bruto que necesitaba ser pulido.
Solo a personas que pudieran pagar con lágrimas de otros lo que valía Hyunjin.

El diamante se pulió y brilló. Hyunjin ganó fama entre personas demasiado ricas, cumplió su sueño. Era una estrella, no de la forma que quiso porque después de todo la nueva vida que tenía era algo de lo que no podía salir pero a fin de cuentas, una estrella.

¿Hyunjin le amaba ahora? No, hyunjin se deslumbró con todas las cosas bonitas y caras que recibía por solamente existir, era frío y frívolo, o tal vez desde su desgracia cerró su corazón y sus sentimientos condenado a los demás de ser la misma basura que las personas que le quitaron su libertad para no ser lastimado. Para no crear una confianza que sería rota.

No puedes amar si no tienes corazón con que hacerlo, no puedes perder algo que no tienes.

Quizás lo que Hyunjin sentía por el era agradecimiento. Una deuda impagable por saldar. 
Cariño a un leal sirviente.
Pero por lo menos Chan podía jactarse de ser el único que no pagaba para estar con Miss. Hwang, el precioso diamante, de ser el único cuyas caricias eran correspondidas, disfrutadas y buscadas.

Fue el primero para Hyun y sería probablemente el último, porque cuando los pasos apresurados del tiempo alcanzarán a Hyun robándole la belleza física que era lo único por lo que era buscado, Chan estaría ahí, amándolo.
Porque chan no amaba su cara o su cuerpo, amaba, amaba los sueños cursis pasados sobre una casa en un cerro con muchos animales para criar, amaba al hombre que aún se sorprendía por las pequeñas cosas del mundo, los atardeceres en nuevos lugares, el clima de las cuidades a las que no había ido.

Y porque Hyunjin tampoco podría dejar a Chan.
Para Hyunjin, Chan lo era todo. Un hogar al que siempre volvería, la casa que jamás abandonaría.

Hyunchan, O.S & DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora