TEMPORADA 1

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En las cercanías del planeta Saturno se llevaba a cabo una pelea galáctica que decidiría el destino del universo, por un lado se encontraba una imponente nave que brillaba con colores rojos y naranja, con una forma alargada como de un arma, esta nave era bien conocida en todos los rincones de la galaxia como el Martillo Quimeriano. Por otro lado, había una pequeña nave morada que lanzaba un potente rayo láser desde una pequeña antena que tenía.

Dentro del gran Martillo Quimeriano se erguía en su silla un aterrador alien que se mostraba molesto con la resistencia que mostraba la pequeña nave.

— El Omnitrix, lo quiero ahora. — Dijo un ser alienígena con ojos rojos y unos apéndices de calamar en toda la parte de su barbilla y mentón.

— Estamos en ello, Lord Vilgax — Dijo un robot que estaba operando los lásers de la nave.

Toda esta batalla comenzó a tomar otro giro cuando la nave que transportaba el tal "Omnitrix" giro en dirección a un planeta, la Tierra.

Mientras tanto, en la Tierra

Nos encontramos en la gran Konoha, la aldea ninja más grande de todas y de donde salieron genios de la talla de Hashirama Senju, Uchiha Madara, Tobirama Senju o los tres Sannin Legendarios; allí se está festejando el aniversario de la derrota del gran Kyuubi a costa del sacrificio del ex Hokage, Hiruzen Sarutobi, que selló en dos hermanos cada mitad del bijuu. Estos niños elegidos fueron los hijos recién nacidos del Yondaime Hokage, Minato Namikaze, que logró salvarse junto a su esposa... y su tercer hijo.

Los niños crecieron bien, tenían un potencial digno de los clanes y padres que tenían, excepto uno, el que era mayor por unos minutos tenía un defecto que destruiría sus ilusiones de ser un ninja: no poseía la capacidad de controlar chakra, sus redes simplemente no funcionaban y aunque esto no le quitaba el amor de sus padres, estos se sintieron algo mal por el hecho de que su niño sea así, su pequeño Naruto no podría ser un ninja y no sabían cómo explicárselo.

Mientras que sus hermanos Menma y Kiyomi comenzaron a entrenar con sus padres desde muy pequeños, e incluso aprendiendo algunos jutsus, Naruto solo podía verlos y pedirles que lo entrenen, solo para recibir como excusa: "No nos molestes ahora Naruto, tus hermanos necesitan el entrenamiento para controlar al Kyuubi". Esa respuesta siempre le rompía el corazón ¿acaso por eso no merecía que lo entrenaran también?

La soledad de Naruto se trasladó también al ámbito social, ya que todos los que le hablaban era para saber sobre sus hermanos o algo por el estilo, nunca lo buscaban a él porque según ellos sus hermanos eran más geniales, y ellos no ayudaban para nada, ya que al crecer se volvieron cada vez más creídos y orgullosos, siendo altaneros incluso con su hermano.

Todo este aislamiento hicieron que Naruto crezca como una persona bastante retraída, pero que siempre buscaba que su voz se haga oír, era difícil hacerlo callar y solía hacer enfadar al que le cayera mal con chistes y burlas, aunque esa actitud lo hizo recibir unos cuantos golpes por parte de algún bully o algún que otro idiota de su edad.

Volviendo al día del aniversario, nos encontramos en el décimo tercer aniversario de la derrota del Kyuubi y como consecuente, el cumpleaños de los niños salvadores y de Naruto, este estaba echado en su silla mirando al piso con molestia, ya que todos los hijos de los líderes de los clanes fueron a hablar con sus hermanos mientras que él estaba solo. O eso era hasta que se acercó un tipo que había visto solo un par de veces, era un poco más bajo que su papá, pero su cabello negro y sus ojos ónix lo delataron, ya que claramente era un Uchiha.

— Hey, hijo del Hokage, ¿por qué la cara larga? Es tu cumpleaños al fin y al cabo. — Dijo con una sonrisa el tipo que tenía unas ojeras marcadas.

Naruto 10: ¡Hora de ser héroe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora