𝗢𝗢𝟰 » unaccompanied

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El frasco de pastillas estaba lleno cuando despertó.

Second no supo muy bien cómo reaccionar a aquello, simplemente dejó que sus dedos destaparan el frasco y puso unas cuantas en su bolsillo. Cerró el cajón y se quedó en silencio, tratando de razonar y pensar en alguna respuesta a aquello. Pero su mente estaba en blanco, ninguna idea se le cruzaba por la cabeza. Ya después de unos segundos, con cierto esfuerzo, logró suponer que tal vez alguien había comprado las pastillas por él, alguien que ya conocía su situación.

Tragó pesado; eso no era bueno.

Se sintió avergonzado con la simple idea de que alguien de sus amigos ya supiera lo de su enfermedad. Comenzó a dar vueltas en círculos por su habitación de forma inconsciente, mientras apretaba fuertemente los labios y trataba de calmarse. ¿Qué otra respuesta aparte de aquella había? ¿De qué otra forma aparecerían pastillas en su cajón todos los días?. Se sintió un estúpido, y no supo el por que.

— Seguro que es Blue — murmuró para sí, mientras sentía sus manos sudorosas. Hizo un gesto de asco — Como él solía ordenar mi habitación...

Naturalmente, también hubiera revisado sus cajones. Negó con la cabeza al recordar algo; Blue nunca ordenaba habitaciones. Respetaba la privacidad... o al menos aquella era la excusa para evitar el fastidioso trabajo de ordenar habitaciones ajenas a la suya. Aun así, a Second le pareció un sospechoso. Con Blue en mente, salió de su habitación, esperando que el cerúleo aún estuviera en casa.

Cuando salió al pasillo, sintió que toda la energía matutina con la que solía despertar se esfumaba rápidamente y lo dejaba con la amarga sensación de extrañeza. El pasillo estaba oscuro y polvoriento, y las puertas de los otros cuartos estaban con pintura embarrada en toda la madera, escribiendo letras al azar o simplemente haciendo garabatos. El suelo estaba sucio, habían algunas envolturas regadas por los bordes y algo de papel picado en el medio.

Second rápidamente se olvidó del tema de sus pastillas apenas vio el estado del pasillo. Cerró su puerta atrás de él y caminó con cuidado en dirección a la habitación más cercana; la de Yellow. La perilla estaba pintada en un color azul oscuro, y su mano se tiñó al momento de girar la misma. Con cuidado, se adentro en la habitación, encontrándola igual de sucia y desordenada que el pasillo. La cama estaba con las sábanas desorganizadas, unos libros con los papeles rotos en el suelo y las cortinas sucias y estropeadas.

Su espalda se erizó, sintiéndose abrumado. Cuando revisó las demás habitaciones, se encontró con la misma situación. Todo desordenado, todo esparcido por el suelo. Para entonces, sus manos ya estaban tiznadas de varios colores. Se dio por vencido, y limpiando la pintura en su pantalón, caminó en silencio hacia la escaleras, esperando encontrar a alguien en la sala o en la cocina. Cosa que en realidad dudaba; había demasiado silencio en la residencia.

Paseó en silencio por la sala, encontrando lo sillones con aberturas y vidrios rotos por el suelo; el televisor tenia la pantalla rota. Second hizo un suave gesto, avanzando algo ansioso hacia la cocina. Si no había nadie ahí, simplemente saldría de la casa y se distraería un poco por las calles... ni el sabia como actuar ante la situación que lo envolvía en esos momentos.

Afortunadamente, la luz de la cocina estaba prendida e igual de ordenada como siempre había estado. Un suspiro de alivio se escapó por sus labios, y algo animado, entró. Su rostro pálido fue volviendo lentamente a su alegre color cobrizo cuando vio la silueta de Red, quien parecía enfocado en algunas cosas que habían sobre la mesa. El mayor rápidamente reconoció algunos cartones y papeles sobre esta, tijeras y barras de silicona agrupadas en otro lado mientras Red trazaba lentamente unas líneas sobre un grueso cartón que sostenía sobre sus manos.

narcolepsy | 𝗮𝗹𝗮𝗻 𝗯𝗲𝗰𝗸𝗲𝗿 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora