Choi Yeonjun es la única persona que puede experimentar cualquier sentimiento humano a excepción del amor, pero es porque el se niega a intentarlo, por ello le hes otorgada la bendición de la inmortalidad que pronto se convierte en una maldición cua...
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¿Cuánto te toma aceptar que estás enamorado?
A algunos les toma incluso años, a otros solo unos segundos, pero si toda tu vida te dijeron que no era posible, ¿cuánto te tomaría asimilarlo?
Yeonjun era una persona que no sabía cómo conllevar sus sentimientos.
¿Qué se hace cuando te gusta alguien?
¿Hay acaso un manual?
Pues en 1968 no lo había.
¿Y qué harías si esa persona está contando su tiempo?
¿Te arriesgarías a tomarlo todo para que después te fuera arrebatado o lo ignorarías y seguirías tu camino sin riesgo?
Para Yeonjun no había opciones, él simplemente no sabía cómo hacer ninguna de esas cosas.
Solo se dejaba guiar por su nuevo instinto.
Estaba tan nervioso por tocar la puerta que tenía frente a él, ¿qué se supone que le diría?
¿Cómo empezaría una conversación?
Sin más tocó la puerta y tras escuchar un "pase", entró.
El cuarto se veía igual que la semana anterior, solo que ahora había un cartel pegado a la pared que decía "Cada sonrisa es un día más de vida" sin embargo, Beomgyu lucía un poco más decaído.
En cuanto lo vio se arrepintió completamente de haber esperado una semana, pero sabía que de alguna forma tenía que aclarar las cosas para sí mismo.
—Hola—murmuro en cuanto entro a la habitación, sin dejar de ver aquel cartel.
—Hola—dijo de la misma manera. Al ver la atención de Yeonjun en el cartel continúo hablando—. Mi mamá lo pego—explico—. Cuando yo era pequeño mi mamá solía decir eso y cuando se enteró de esto—menciono señalando su pecho—. No dejaba de llorar así que le dije que sonreiría todos los días para asegurarme de no morir—él mayor estaba a punto de hablar, pero el chico continuo—. Antes de decir algo más dame una explicación—sin duda no lucía feliz, pero por dentro estaba emocionado por ver a un amigo—. La excusa de la tienda sale sobrando.
Por más que lo pensaba ninguna excusa salía de su cabeza, así que empezaría con la verdad de alguna forma.
—Te contaré una historia—se acercó lo más que pudo a la cama y se acomodó frente a él.
—Primero dime qué haces aquí—dijo acomodándose en la cama.
—En la historia está la respuesta—Beomgyu no hablo más—. Hace algunos años había un chico a quien lo obligaron a casarse con una princesa.
—Eso suena a que era hace muchos, muchos años—se burló.
—Él no podía decir que no, así que antes de tener que cumplir con su obligación se sentó junto a un lago para tocar su instrumento favorito, él jamás había podido sentir amor hacia nadie.
