Capítulo 4

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Lyra

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—¿Me darías tu teléfono?

"Listo, perdí la razón".

Podía escuchar todos y cada uno de los reproches que madre no hubiera reparado en formular a una velocidad olímpica de estar presenciando mi estupidez. Y lo peor, es que tendría razón en todos y cada uno de ellos.

Ah y si los momentos pudieran cortarse con un cuchillo debido a su tensión, ese podría haberse picado en mil trocitos.

—¿Mi teléfono? —Por la forma en que repitió aquellas palabras, fácilmente podía dar la impresión de que le había preguntado si podía desnudarse ahí mismo. Y bueno, claro... hace apenas unos segundos le estaba increpando y ahora le estaba pidiendo su número de teléfono, así, de la nada.

Era consciente de la mirada asesina de Carina taladrándome la cabeza, la mirada de Dan cuya mandíbula debía de haber tocado el piso y la del resto de los presentes, quienes parecieron contener la respiración, aunque estaba bastante segura de que esto último solo era producto de mi imaginación, pues el mundo no había podido solo detenerse entorno a nosotros en ese momento, eso sería absurdo. Casi tanto como lo que acababa de decir.

¿En qué estaba pensando? En menos de medio día ya me había conseguido que una chica me odiase y ni siquiera me importaba en lo más mínimo. ¿Qué pasó con el bajo perfil?

Bueno, de todos modos, ya no podía echar marcha atrás.

—Sí... ya sabes. Siendo de primer año deberíamos intercambiar números, hacernos una red de contactos...

"Sip, definitivamente me volví loca y por si fuera poco no se me pudo ocurrir una excusa más estúpida...".

Alec parecía aturdido y junto a él, Dan parecía estar viendo un mono de tres cabezas, la cosa más insólita sobre la faz de la tierra. Pero por suerte y antes de que pudiera decir alguna tontería, Dan se puso manos a la obra para sacarme del barro.

—¡Claro! Tienes razón Lyr, ¿por qué no todos me dan sus números y hacemos un grupo de chat para nuestra generación?

El sonido embulló nuevamente al mundo y por alguna especie de milagro, los ahí presentes concordaron en que era una gran idea, menos Carina, quien se limitaba a observarla en silencio desde la altura que le daban sus plataformas plateadas. Alec por otro lado, todavía no había dicho ni "mu" y comencé a ponerme ansiosa.

"¿Qué hice...?".

¿De verdad le pedí su número a un completo extraño? ¿Y por qué...?

¿Porque me rescató de mi infortunio no una sino dos veces?

¿Para molestar a Carina, a quien no conocía de nada?

¿O tal vez porque estar cerca de él despertaba en mí un extraño cúmulo de emociones que creía extintas desde hacía ya casi un año...?

—¿Tienes un bolígrafo?

—¿Perdón? —Su pregunta me tomó completamente desprevenida, logrando arrancarme de mis cuestionamientos internos.

—Un bolígrafo —esclareció Alec enarcando una ceja negra.

—Bolígrafo a la orden —le ofreció Dan con la mano libre y una sonrisa inocente que yo sabía que no tenía nada de inocente, mientras que con la otra se disponía a digitar los demás números en su celular con una habilidad envidiable.

Alec tomó el bolígrafo, miró a ambos lados y luego de aparentemente tomar una decisión, agregó:

—Extiende tu brazo.

Las Espinoza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora