CAPÍTULO 14

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LACY

Rebusqué en los cajones de recepción en busca de la carpeta amarilla que Rob me había mandado encontrar. Y por más que abría los mismos cajones, no aparecía. Deseé que llegara mi madre y habría el primer cajón para echarme en cara que no buscaba bien. En su lugar, pasó de largo la limpiadora con un carro lleno de productos de limpieza y una cara larga, no la culpaba, trabajar a las siete de la mañana era horrible para mí también. Pero por suerte comenzaba a acostumbrarme al horario.

- ¡Emma! Tierra llamando a Emma.

Mi móvil vibró encima de la mesa. Por un instante había olvidado que estaba en llamada con mi hermano pequeño Bruno.

- Aquí estoy. Perdón, estaba buscando una cosa. ¿Por dónde ibas?

- He escondido un perro callejero en casa durante una semana. Papá está empezado a sospechas, ¿qué hago?

- Macho o hembra.

- Yo diría que hembra, no tiene... Eso.

- ¡Ostras! Te imaginas que está preñada.

- ¿¡QUÉ!?

- Tranquilo Bruno, no te asustes. Vamos a ver, ¿por qué dices que papá está sospechando?

- Cada vez que entra en mi habitación dice que huele a perro muerto. Cosa que al principio podía camuflarse porque tenía la ropa sudada por el suelo. Pero me obligó a limpiarla y le resulta extraño que siga oliendo mal.

- Pues le dices que eres tú un guarro que lleva semanas sin ducharse.

- Ja, ja. Qué graciosa.

- ¡Dios mío Bruno! ¿Has intentado lavar al perro?

- ¡Pues claro! No soy tonto. Pero tiene miedo al agua, cada vez que la meto en la bañera se pone como loca y se va corriendo a esconderse detrás del armario.

Reí y finalmente encontré la carpeta en una de las estanterías. Clamé de alegría y recorrí los pasillos para entregársela a Rob.

- ¿Y por qué no se lo dices a papá? Lo mismo le coge cariño a... Espera, ¿le has puesto nombre?

Un breve silencio fue seguido de una voz tímida.

- Daisy.

Procuré no reírme, pero al final la carcajada estalló y mi hermano me insultó al otro lado de la llamada.

- ¡Sabía que no podía decírtelo sin que te rieras! – se quejó.

- ¿Daisy? ¿Daisy como la tortuga que se te murió a los dos días que te la regalaron?

- Es una conmemoración, ¿vale? Es Daisy II.

- Lo que tú digas, estoy convencida de que Daisy III vendrá con más ganas que nunca.

- Cállate... - unos golpes en la habitación de mi hermano resonaron en la línea y alejé el móvil unos centímetros de mi oreja. – Mierda, acaba de llegar papá. Luego te llamo. Adiós.

- Dile adiós a Daisy II de mi parte.

En la cocina visualicé a Rob hablando con uno de los camareros acerca del catering del próximo día. Me mantuve alejada hasta que me aseguré de que la conversación había finalizado y le entregué la carpeta a mi jefe con una orgullosa sonrisa. Rob apenas se inmutó, pero tampoco sonó borde como los otros días.

Había concluido mi jornada, lo que significaba que tenía el resto de la tarde libre. Aunque no del todo libre, porque por la mañana había aceptado en ir con Charlotte y Evan a uno de los conciertos del grupo de Dean. Por lo que me duché, me arreglé y elegí un outfit más rock ero para la ocasión. Me decanté por unos vaqueros cortos y un top ceñido de mangas largas color verde. Por encima, escogí una chaqueta de cuero y a parte de las botas Dr. Martens, me peiné el cabello con una cinta verde.

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