ALL OF THE GIRLS YOU LOVED BEFORE
Nada más llegar, soltó su mochila en el regazo de William.
- Deja las discusiones de matrimonio y saca la camiseta. – le ordenó con un marcado acento británico.
Sorprendentemente, William aceptó a regañadientes y extrajo prendas de ropa de la mochila.
El chico rubio pudo deshacerse de la chaqueta, la cual arrojó al suelo. Luego, prosiguió con la camisa blanca, botón a botón, maldijo en voz baja. Sin duda, pude notar el mal genio que traía desde mi lugar. Lo que me sorprendió era la total confianza con la que se estaba desvistiendo en frente de todos.
Le eché un vistazo a Riley, un poco confundida por la situación. Ella se encogió de hombros con expresión seria.
- Llevo una mierda de día. Primero, Reece se cree con el derecho de avisarme de buena mañana que estaba obligado a ir a un evento. Con solo dos horas de adelanto. Porque claro, le encanta presumir de su sobrino delante de una panda de viejos ricachones. ¡Pero el colmo es cuando se pone a presentarme a un montón de chicas! Como si no me diera cuenta de que el capullo me estaba buscando pareja.
En su desahogo, se quitó la camiseta dejando al descubierto su torso. El resto de los chicos parecía muy conforme con la situación. Aun así, me obligué a retirar un poco la mirada de sus marcados abdominales, que sin duda habían llevado rutina de gimnasio por lo menos dos años.
- Y nada más que repitiendo que llevaba una vida de irresponsable. Que si estoy desperdiciando un año, que si no me tomo en serio mi futuro...
Sus ojos fueron a parar hacia los míos. De repente, cerró la boca y quedó perplejo por mi presencia. Seguramente, y lo que probablemente pensaría yo, es que se preguntaría muchas cosas. Como, ¿por qué no había notado la presencia de una nueva integrante?
- Sabéis, estaría de buen agrado que me avisarais si hay más compañía de vez en cuando. – su perplejidad desapareció y continuó poniéndose unos vaqueros azules desteñidos.
- Estabas en pleno momento de deshago. – comentó Riley, restándole importancia.
- Ah, pero debo admitir que ha sido un recibimiento de lo más original. – agregué al comentario de mi nueva amiga.
- Te has superado, tío. – le dio unas palmaditas William a su compañero cuando este se sentó a su lado para abrocharse unas zapatillas, las cuales también estaban guardadas en la mochila.
- Esa es mi misión como anfitrión del hostal... Ahora en serio, como se lo digáis a mi tío os mato a todos. – por segunda vez, sus ojos de color miel se clavaron en los míos con cierto regodeo. – A ti también...
- Emma. – me presenté. – Gracias por la amenaza, la tendré en cuenta.
- Zach.
- O Zachary. – rio William por lo bajo.
Su amigo le dio un guantazo en la cabeza y Shakespeare soltó un quejido.
- Como empieces, te juro que te llamo Shakespeare delante de toda la gente con la que hables esta noche. – le juró Zach.
- ¿Por qué vosotros podéis llamarme como os de la gana y yo no puedo llamarte Zachary?
- Porque lo digo yo. – le contestó borde Zach.
- ¿Por qué? – me entrometí en la conversación.
- Porque lo digo yo. – repitió Zach.
- No me vale esa respuesta.
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Siete Canciones Más
Roman d'amourSiete meses son una brevedad en comparación con la vida. Pero para Emma Bianchi, un voluntariado de siete meses en Dublín, le supondrá un verdadero reto que desea completar. En el hostal donde trabajará, conocerá a un grupo de amigos de gran popular...