3

6.7K 472 19
                                    

Todos los presentes se quedaron expectantes tras el anuncio de Jane, pues los planes de boda no estaban en la mente de nadie.

Violeta seguía completamente confundida y miró a su ex, esperando que aclarara la situación.

A Chiara no le quedó más remedio que sacar la mano del bolsillo y maldecirse por su extrema torpeza.

Solo a ella se le podría olvidar quitarse su recién estrenado anillo de compromiso antes de reencontrarse con su ex-novia y sus socios para fingir durante unas horas que seguían juntas.

Chiara miró a Violeta de nuevo y le sorprendió encontrarla con la cara desencajada y la mirada fija en la brillante joya.

Mark las felicitaba en todos los idiomas, esperando que reaccionara alguna de las dos y les diera más información.

Ante la falta absoluta de iniciativa por parte de Violeta, fue Chiara la que habló.

- Es... Es muy reciente todo - fue todo lo que dijo, con cierta timidez, ya que era verdad.

Se creó un silencio y, justo cuándo los ingleses se disponían a pedir más detalles, Violeta fue la que habló.

- Tengo que ir al baño un momento - se excusó, y casi salió corriendo en busca del servicio.

La pelirroja entró al primer cubículo desocupado y se encerró. Lo primero que le salió fue gritar de rabia y después una lágrima, que se escapó sin permiso. Y que limpió con brusquedad.

Chiara y ella habían acabado su relación de cuatro años hacía ocho meses. En una gran discusión en la que se dijeron cosas horribles. Cosas que Violeta ni siquiera sentía, pero que fueron a herir. Y Chiara tampoco se había quedado atrás.

Había sido una pelea verbal, impulsada por un cúmulo de situaciones que habían hecho de su relación, que había sido siempre un lugar seguro, un campo de batalla. Y fue una noche de verano la que detonó la traca final, de la que Violeta se arrepentía enormemente.

De las peores maneras, la inglesa le había reprochado a ella que era demasiado celosa y controladora, mientras que Violeta le recriminó en su momento su falta de compromiso.

Falta de compromiso que, a la vista estaba, Chiara había solucionado bien rápido.

Y eso, había generado en Violeta una rabia que no había podido gestionar, nada más ver el anillo en su mano.

Unos golpes en la puerta sacaron a la chica de sus pensamientos.

- Violeta, ¿estás ahí? - preguntó Chiara al otro lado, ante el silencio de la otra-. Sé que sí, estoy viendo tus zapatos.

- Entonces, ¿para qué preguntas? - contestó cortante la pelirroja.

- Llevas quince minutos ahí dentro, los Smith se están preocupando - informó. La verdad es que ella también estaba un poco preocupada.

Chiara entendía que no se lo esperara, pero tampoco habría pensado que la reacción de su ex iba a ser huir y encerrarse. Estaba convencida de que su situación personal le generaba indiferencia. O por lo menos, eso era lo que ambas se demostraban en sus escasas comunicaciones desde la ruptura.

- Diles que he tenido una indisposición. Que algo me ha sentado mal. Ahora salgo. Dame cinco minutos, ¿vale? - pidió.

Violeta cogió aire y lo soltó un par de veces. Sabía que no podía salir en ese estado. Primero por los Smith, a los que no les iba a cuadrar su reacción. Y segundo por Chiara, no quería darle el gusto de que viera cómo le había afectado la noticia de su compromiso.

Un par de minutos después, Violeta salió del cubículo más tranquila, y se encontró de frente con su ex.

- Pensaba que te habías ido a avisarles - habló, esforzándose por mostrar la máxima indiferencia posible.

- Quería asegurarme de que estabas bien. Me ha parecido raro que te fueras así. No es propio de ti.

Chiara la conocía como la palma de su mano y sabía que si algo tenía su ex, era temple para afrontar situaciones incómodas. Y más en un ambiente como ese, semi laboral, y con socios a los que agradar. Pero esa vez, había actuado de manera totalmente diferente.

- Ya - contestó Violeta, simplemente, mientras se acomodaba el pelo y la ropa, mirándose en el espejo del baño.

La inglesa rompió el silencio.

- Perdona por el anillo - se disculpó Chiara-. No ha sido a propósito, te lo juro.

- Lo sé - contestó Violeta, asintiendo. Sabía perfectamente lo despistada que podía llegar a ser su ex.

- No lo pensé - insistió Chiara, realmente arrepentida por su torpeza-. Ha sido una cagada enorme. Ya es una situación bastante incómoda, como para además añadirle esto. ¡De verdad que no sé en qué estaba pensando! Es que mi nov...

- No hace falta que me expliques nada - cortó Violeta, sin querer conocer ningún detalle más.

- Tampoco hace falta que seas tan borde. He venido hasta aquí a ayudarte. Y me estoy disculpando - argumentó Chiara, en respuesta al tono y la expresión de la pelirroja.

Ambas resoplaron por la situación en la que se encontraban. No iba a ser fácil de manejar.

Violeta cerró los ojos, apoyó las manos en el mármol del baño y soltó aire de nuevo. Tras ese enésimo intento de ejercicio de relajación, se giró hacia Chiara, que esperaba de brazos cruzados.

- Mirémoslo por el lado bueno, Chiara. Con nuestro falso compromiso, ya sí que tenemos a estos guiris en el bote. Van a querer firmar cien fusiones si hace falta. Simplemente, démosle lo que quieren.

Violeta se acercó a la inglesa, y le dedicó una falsa sonrisa radiante, que escondía toneladas de rabia y sentimientos inexplicables que se le habían acumulado dentro en solo minutos.

Pero no era momento de hacerles caso, sino de conseguir su objetivo.

Las chicas entrelazaron sus manos antes de salir por la puerta. El calor de las manos de la otra les generó electricidad. Esa que ninguna de las dos creía echar de menos para nada.

- ¡Violeta! - la llamó Miguel, cuando las vieron salir del servicio-. ¿Todo bien?

- Sí, sí. Todo bien. Ha sido la calefacción del aeropuerto, el cambio de temperatura... No sé. Ya estoy bien. Chiara me ha ayudado - la miró, sonriente.

La inglesa le devolvió la sonrisa y Violeta supo de inmediato que aquello no iba a salir bien. Quizás sí que podían convencer a los Smith de que firmaran, pero el precio a pagar iba a ser alto.

Cada uno de los rasgos de Chiara al sonreírle, que muy a su pesar recordaba a la perfección, le gritaban lo engañada que había estado los últimos meses pensando que la había olvidado. Incluso había creído odiarla, como respuesta al desprecio que mostraba la inglesa por ella.

Pero en solo esa primera interacción de fingida complicidad, en vez de rencor por cómo habían terminado, Violeta encontraba una oportunidad perdida. Un tren que había dejado pasar sin luchar lo suficiente.

Un tren al que otra persona ya se había subido.

Un pequeño favor | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora