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A la mañana siguiente, Violeta se despertó y lo primero que sintió fue calor en su espalda. No necesitó darse la vuelta para saber que Chiara, como solía hacer siempre, se había movido durante la noche para quedar abrazada a ella.

Sabía que no lo había hecho conscientemente. La teoría de la pelirroja siempre había sido que tenían un imán y, por eso, no había noche o siesta que no acabaran pegadas.

Se permitió disfrutar del contacto un rato más, aunque sentimientos encontrados la invadían. Cada segundo que pasaba con Chiara cerca, le hacía replantearse si realmente habían tenido tantos motivos para dejar su relación. Más allá de las malas formas y del momento de calentón en el que se dijeron cosas que nunca deberían haberse echado en cara de esa manera.

También se preguntaba si esas dudas sobre sus sentimientos eran genuinas, o si le surgían en ese momento, en que era consciente de que tenía a alguien más. Y no a un alguien más cualquiera, sino a alguien con quien Chiara pensaba casarse.

Violeta se cuestionó si estaba siendo egoísta al plantearse querer entrar de nuevo en la vida de Chiara, que aparentemente ya estaba rehecha.

Ese pensamiento fue el que le hizo moverse para librarse del agarre de la inglesa, que inevitablemente se despertó.

- Sorry. Perdón, Violeta - se separó-. Ha sido sin querer.

- Lo sé. No pasa nada - le restó importancia.

El día en la finca fue para las dos mucho mejor de lo esperado. Demasiado mejor. La tensión entre ellas se había diluido con las horas y las actividades que el matrimonio tenía preparadas. Cada vez les salía más natural dedicarse unas palabras, compartir miradas o, algo tan simple como posar la mano en la cintura de la otra cuando, por alguna razón, quedaban a menos de un metro.

Violeta y Jane preparaban en la cocina el té de las cinco, y Chiara, decidida a ofrecerse para ayudar, no pudo evitar escuchar la conversación desde el quicio de la puerta.

- A mí siempre me ha gustado mucho vuestra relación. Tenéis una conexión única - comentó Jane.

- Sí, puede ser...

- Creo que es por cómo os miráis. Os miráis con mucha admiración y eso es muy bueno.

- Yo a Chiara siempre la he admirado mucho. Es muy especial. No te encuentras mucha gente como ella - reflexionó Violeta, hablando de más.

- Tienes que cuidarla mucho - aconsejó.

- Lo hago, Jane. Sería una tonta si no apreciara lo que tenemos y dejara escapar a alguien como ella, ¿verdad?

- Totalmente. Cuando uno encuentra su alma gemela, como me pasó a mí con Mark, tiene que seguir dando el 100% para no perder esa conexión. Es muy difícil que dos personas, con el paso del tiempo, sigan luchando la una por la otra como el primer día. Pero vosotras lo hacéis, lo noto.

Violeta pensó que Jane no podía estar más equivocada. Ojalá tuviera razón.

- Yo voy a luchar por Chiara toda la vida, Jane. Y ella por mí. Al fin y al cabo, somos del mismo diente de león - sonrió Violeta, melancólica, al recordar esa metáfora que siempre usaban.

Chiara, que seguía escuchando, imitó su sonrisa involuntariamente al escuchar la expresión.

- You are so lucky, darling - expresó Jane, pasándole la mano por la espalda a Violeta.

- I am so lucky, I know. Believe me - respondió Violeta, tratando de mantener una sonrisa y no emocionarse por el contraste con la realidad.

- ¡Qué buen acento! - halagó Jane.

Un pequeño favor | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora