4

6.6K 465 13
                                    

Durante el camino en coche y el inicio de la comida, la conversación entre los cinco se volvió un completo monotema.

- ¿A ti tampoco te lo había contado, Miguel? - preguntó Mark.

- Sí, claro. A mí me hace muchísima ilusión. Con la parejaza que hacen, se merecen todo lo bueno - siguió el rollo y sonrió a ambas chicas, que le devolvieron la sonrisa como llevaban haciendo una hora, ante el aluvión de halagos y buenos deseos.

- ¿Y cuándo es la boda? - se interesó Jane-. ¿Y dónde? Yo la haría en España, porque el tiempo de aquí...

- Todavía no hay fecha - contestó Violeta, intentando dar el mínimo de información posible en cada pregunta.

Había salido del baño del aeropuerto con la intención de hacer la actuación de su vida, pero a la hora de la verdad, no estaba consiguiendo tomar las riendas de la situación para nada.

Si no fuera por la soltura y empeño de su ex, los Smith ya se habrían dado cuenta de que había algo extraño entre las dos.

- Claro, no hay fecha - confirmó Chiara-. Estos últimos meses, Violeta ha estado trabajando muy duro para la fusión y, yo siempre le digo que toda esa dedicación tiene recompensa. Así que no hemos tenido mucho tiempo de hablar de la boda. Pero tenemos muchas ganas de ponernos a organizarlo todo. Estamos muy ilusionadas.

A Violeta le sorprendía cada vez que Chiara intervenía. No solo por sus palabras, sino por el tono y la mirada con las que las decía. Por momentos, parecía que el tiempo no hubiera pasado, que todo entre ellas fuera como antes. Que realmente se fuera a casar con ella y no con otra persona.

Chiara, que se sentía culpable por su metedura de pata que había hecho la mentira más grande, se pasó toda la comida intentando compensar su error y contentar a los Smith. Desplegó todo su arsenal de encantos ingleses, de halagos hacia Violeta, de anécdotas divertidas. Absolutamente todo lo que se le ocurría.

Sorprendentemente, hablar bien de su ex no estaba suponiendo demasiado esfuerzo. 

- Pues tienes razón, Jane - concedió Chiara, ante la insistencia de la mujer-. A mí me has convencido. Es mucho mejor hacer la boda en España. En algún sitio de playa y con buen tiempo, ¿no?

La inglesa buscó la aprobación de su ex, poniendo su mano encima de la de la otra.

Violeta, aunque mantuvo la sonrisa en todo momento, se tensó con ese mínimo contacto físico.

Chiara, con la mirada, le pedía explicaciones ante la actitud tan seca que estaba mostrando. Demandó que pusiera de su parte, para que no se fuera todo al garete, estando ya tan cerca del final de la sobremesa.

Violeta captó la indirecta, hizo ese último esfuerzo de parecer natural y entrelazó sus dedos antes de contestar.

- Sí, tienes razón. Nada mejor que la playa para una boda. Hay una en Menorca que es espectacular... - desvió así la conversación hacia los sitios turísticos de España, otro tema de interés de la pareja inglesa.

Violeta se sintió tremendamente aliviada cuando, bien entrada la tarde, su jefe tomó la palabra.

- Bueno, ha llegado el momento, ¿no? Vamos a firmar - sacó Miguel la carpeta con toda la documentación.

- Antes tenemos una sorpresa - anunció Mark, rodeando con el brazo la cintura de su mujer, quien tomó la palabra.

- Hemos alquilado una finca en el campo este fin de semana y será un placer pasar un par de días todos juntos. ¿Qué mejor que empezar este camino que en plena naturaleza?

Violeta y Chiara se miraron con pánico al escuchar esa frase. La inglesa, como en casi todas las ocasiones desde que había llegado, fue la primera en contestar.

- Jane, Mark, I am so grateful. Ha sido un placer volver a veros y pasar este rato con vosotros, pero yo no os podré acompañar. Y me sabe mal. I am so sorry, porque suena como un buen plan, pero... Yo tengo que volver a Madrid por unos compromisos. ¿Verdad, Vio?

Chiara la miró pidiendo su apoyo y Violeta solo podía pensar en que le había llamado por su apodo. Y eso hacía meses que no pasaba.

Dos horas después, la inglesa resoplaba completamente indignada en la habitación de hotel de Violeta, mientras la pelirroja hacía la maleta.

- ¡Fuck, shit, mierda! Si hubieras abierto la boca para apoyarme con mi excusa, esto no estaría pasando. Yo estaría de camino al aeropuerto, y esto habría terminado. Tú tendrías tu puta fusión, y yo mi puto dinero. Tú seguirías con tu vida, y yo me montaría en un avión directo a casa de mi prome...

- Cállate, Chiara - espetó Violeta, tras cerrar bruscamente la cremallera.

Ni de coña iba a dejar que la inglesa pronunciara esa palabra en su presencia. Todo lo olvidada que Violeta pensaba que tenía a Chiara, sin duda se había desvanecido en cuánto la había visto. Y aún más en cuanto había sabido de su anillo.

Todo el odio que se pensaba que sentía, se había convertido en algo que no podía identificar, pero que le apretaba el pecho hasta dejarla sin respiración. Y no sabía qué hacer al respecto.

- ¿Que me calle? - contestó Chiara furiosa-. Esto no es en lo que quedamos. Una cosa es comer con esos guiris y otra muy distinta es pasar dos días fingiendo que me voy a casar contigo y que seguimos siendo una happy couple.

- No podía hacer nada, ¿vale? Ya has visto lo intensos que se han puesto. A mí tampoco me hace ninguna ilusión, te lo puedo asegurar - aclaró Violeta.

- Pues no lo parece - se cruzó de brazos Chiara.

- Pues igual es que no me conoces ni un poquito. ¿O no me has visto lo incómoda que estaba? Que si no llegas a tirar tú del carro marcándote una actuación que ni en los Óscars, no nos hubiesen creído ni una palabra.

- Precisamente por eso, por el favorazo que te he hecho, deberías haber insistido en firmar en ese momento. ¿Y tu jefe? Que ni siquiera se ha dignado a intentar rechazar cordialmente la invitación... Esto es surrealista, Violeta - concluyó-. Mira, ¿sabes qué? Yo me voy. Ya he hecho bastante.

Chiara había cumplido su cometido a la perfección, sabiendo que solo se trataba de una comida y luego todo volvería a la normalidad. Pero no estaba para nada preparada para pasar 48 horas al lado de su ex.

Y no cualquier ex. Violeta. La que había sido su persona favorita durante cuatro años y la que pensaba que lo sería toda la vida. Por nada del mundo quería abrir ese cajón, le asustaba no tenerlo todo lo olvidado que debería.

Ella se había esforzado enormemente en pasar página y rehacer su vida. Y no quería poner todo lo conseguido en riesgo. No estaba segura de que su nueva vida no se fuera a caer como un castillo de naipes si Violeta decidía soplar un poco.

La inglesa se dirigió hacia la puerta, cogiendo todas sus cosas por el camino. Pero Violeta impidió que saliera, interponiéndose.

- Tú no te vas - afirmó-. No puedes. Necesito que firmen. Necesito que algo me salga bien. Por favor.

La mirada de la pelirroja hizo que Chiara bajara la guardia y, finalmente, se rindiera. Al fin y al cabo, la experiencia le decía que esos ojos casi siempre se salían con la suya.

Un pequeño favor | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora