La maldición

152 26 5
                                    

Suspiro con cuidado y creo que la repuesta no le gustará ni un poquito.

-No se ha manifestado.

Sus ojos azules se me quedan viendo cómo si fuera tonta o algo así.

-¿Qué? -pregunto a la defensiva.

-Es imposible que no se haya manifestado, piensa un poco.

Este idiota...

-No lo sé , ni siquiera sabía que estaba maldita hasta hace unos días.

Él se toca la cara con frustración y eso me hace enfadar.

-Fantástico, esto lo hace todavía más difícil -dice con molestia-. Mierda.

-Lamento que lo haga más difícil -digo con sarcasmo.

-En lugar de lamentarse , piensa si de verdad no se ha manifestado.

-Eres un grosero -digo bastante molesta con él.

Alguna desventaja tenía que tener, lindo, pero imbécil.

-Debes hablarme con respeto, soy mayor que tú -aclara.

-Me da igual que sea mayor, si no me respeta yo tampoco lo voy a respetar.

-No te he faltado al respeto -dice-. Solo te hablé fuerte, que no estés acostumbrada no es mi problema.

Claro que estaba acostumbrada, la mayoría solían hablarme mal en la aldea y ya no iba a permitirlo.

-Tu madre debió criarte con más firmeza.

Bien, eso era todo.

-Es un idiota, no sabe nada sobre mis padres así que cierra la boca -digo alzando la voz-. No vuelvas a mencionar nunca a mis padres con tu estúpida boca.

Me hago hacia atrás por inercia al ver que se acerca.

¿Va a golpearme? No sería raro. Los hombres siempre se creen con el derecho de golpear a las mujeres.

Pero nunca me he dejado, aunque él sea probablemente la única persona que pueda ayudarme...

Simplemente sonríe y me jala hacia adelante, justo antes de que un pedazo de tronco me caiga encima.

Él mira detrás de mí con una sonrisa, mientras yo coloco mis manos en su pecho.

Que durito.

Trato de no moverlas tanto, nunca había tocado el pecho de alguien más que no fuera mi padre y eso solo era cuando le daba palmadas.

Y él estaba muy cerca...eso me hace sentir calor, las veces que tuvo a hombres tan cerca era para golpearnos.

Así que eso es lo que hago, golpeo su pecho para que me suelte.

Ay mi manita.

-¿Por qué fue eso? -pregunta irritado.

No contesto, y estiro mi mano. Lo veo y él se toca la zona del golpe como si realmente le hubiera dolido. Dramático.

Aún así el calor no baja de mi rostro y él parece notarlo, simplemente se voltea para seguir continuando.

-Debemos darnos prisa -dice-. Estás dejando un rastro.

-¿Qué? -pregunto confundida-. Eso es lo que he evitado.

-¿No te has dado cuenta verdad? -dice.

-¿Darme cuenta de qué?

Dame más respuestas y no más preguntas.

Él voltea y su sonrisa...es prepotente.
Odio esas sonrisas.

La Hija De La Bestia (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora