Capítulo 1

604 30 5
                                    

De generación en generación, han existido siempre personas en la familia Yang que se orientan irremediablemente hacia la religión. ¿Y cuál será esa extraña llama que provocaba que se fueran específicamente hacía ese camino? Nadie lo sabía, solo se podía entender que habían estado creciendo continuamente en un ambiente que se basaba en tener una exagerada cantidad de sacerdotes y monjas.

De verdad era una casa con mucha gente siguiendo la religión.

Cuando Jeongin tenía cinco años, su hermano mayor, de 10, dejó la casa para convertirse en un sacerdote. A la edad de 7 años, su primo se fue para convertirse también en sacerdote. Padre y madre iban a la iglesia tres o cuatro veces por semana y cuando era más joven, los seguía y los imitaba hasta el punto en que no podía recordar un solo momento en que no estuviera a su lado. Finalmente, cuando cumplió los 10 años, empezó a ir a la catedral por cuenta propia.

Quizá debido al medio en el que se estaba desenvolviendo, Yang Jeongin se convirtió en un niño increíblemente devoto. La familia parecía estar de acuerdo en que sería un buen sacerdote cuando llegara la oportunidad y después, que incluso podría convertirse en padre.

Hablaban, imaginaban y hacían bromas al respecto pero, cada vez que Jeongin se dejaba llevar hasta enrojecer sus pálidas mejillas y divagar en grandiosos futuros, volvía la cabeza y se sacudía. Se decía que no era lo suficiente como para llegar a volverse un sacerdote.

"Pequeño sacerdote."

Ese era el apodo de la infancia de Jeongin.

Fue debido a su cuerpo débil que el pequeño llegó a depender mucho de Dios. Tenía asma y se resfriaba básicamente todo el tiempo. Enfermo y tembloroso, estaba demasiado débil como para salir a correr con otros niños o cuidar de si mismo. De piel blanca, el pobre chiquillo de cabello azabache brillante y bonitos ojos verdes, leía la biblia dentro de casa en lugar de jugar afuera.

Simplemente leía... Era tan silencioso y pasivo que no tenía amigos e, incluso en la escuela, lo que más disfrutaba era de su propia y simple compañía en lugar de las charlas con alguien más. Los profesores amaban que aunque fuera un niño, siempre estuviera leyendo un libro hasta nutrir su cabecita. También era un buen estudiante.

Jeongin, que era lo suficientemente bonito como para confundirse con una chica a primera vista, no se volvió más masculino al crecer. Las líneas de sus músculos no se hicieron más gruesas porque no jugaba afuera, su cuerpo estaba mucho más delgado que un habitante normal y su piel, era como de costumbre hermosa e increíblemente blanca. Pero lo tenía todo muy claro. Incluso después de pasar su niñez, la devoción de Jeongin seguía estando ahí y su personalidad tranquila tampoco sufrió algún cambio.

La gente a su alrededor decía que ver a Jeongin les hacía sentir como si estuvieran viendo algo sagrado. Un milagro... Por supuesto, Jeongin estaba ocupado huyendo de esos halagos, sonrojado hasta las orejas cada vez que escuchaba eso y respondiendo todo el tiempo que no era lo suficientemente digno de tanta admiración.

En su cumpleaños número 18, Jeongin se fue de casa para convertirse en sacerdote. Cuando entró al seminario, sus padres estaban evidentemente tristes de no poder ver a su hijo tan a menudo como antes pero, en general, la familia Yang estaba ya preparada para este acontecimiento.

Sabían que Jeongin era especial y se habrían sorprendido si se hubiera ofrecido para trabajar en cualquier otro lado.

Después de una breve ceremonia de entrada y una larga cadena de oración en el auditorio, a Jeongin se le asignó una habitación que tenía que compartir con otras tres personas.

Los estudiantes del lugar eran personas increíbles en muchos sentidos, sus edades eran variadas, sus localidades no concordaban y de todas maneras, se podía decir que eran amables y extremadamente bondadosos.

La Novia Del Mal | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora