| 007 (Reescrito) |

535 71 12
                                    

¡ADVERTENCIA!

ESTE CAPÍTULO CONTIENE INSINUACIONES SEXUALES RECURRENTES, HACIENDO REFERENCIAS A CONDUCTAS SEXUALES INTERESANTES, SI NO ES DE SU AGRADO ESTE TIPO DE CONTENIDO, POR FAVOR NO LEA EL CAPÍTULO.

Y lamento mucho la tardanza, he estado ocupada con el asunto de la universidad y sacando nuevas historias, entre ellas una propia mía, espero me entiendan y que este capitulo sirva como ofrenda de paz.

____________

Esa noche se suponía que iba a ser como las demás.

Era solo una noche más en octubre de ese año, las oficinas estaban cerradas desde hace algunas horas, los hombres fieles primerizos en la vida volvían a sus casas con sus esposas aún no demacradas por la vida, los autos de esos tiempos aún rondaban por las calles de la gran ciudad y ella caminaba por las calles en soledad.

Con un cigarro en su boca y fumándolo tranquilamente, caminaba sin preocupación alguna por los barios rojos de la ciudad, el ruido de los bares y conversaciones ajenas de hombres con mujeres de la noche resonaban en sus oídos, su cabello desordenado le daba una apariencia desarreglada pero atractiva, su vestido negro no dejaba ver las manchas que tenia por lo que había echo momentos antes, siendo un recordatorio de la diversión que tuvo hace hace unos momentos.

Terminando su cigarro, se detuvo para sacar otro de su pequeño bolso, puso el nuevo en sus labios y lo prendió con su propio mechero, le dio la primera calada, mirando de reojo la puerta del bar que se abría para dejar salir a dos borrachos que se perdieron en la oscuridad de la calle.

Con una fachada de madera amarilla descolorida, con un cartel viejo y con una luz anaranjada que se escapaba por las ventanas, soltó el humo del cigarro, pensando por unos segundos, hasta que finalmente entró al bar, esperando encontrar algo que le diera emoción una vez más esa noche.

Era un lugar clásico, una barra con sillas altas, con estanterías llenas de botellas de vidrio de formas diversas y colores, lámparas arriba de las mesas circulares de madera con sus sillas, columnas por algunas partes para afirmar el techo algo descolorido por el tiempo, meseras iban de un lado al otro con pedidos, una pequeña ventana rectangular dejaba ver a la cocina que preparaba los platos básicos que ofrecían, y como no, las risas de los clientes que bebían aún a esas horas de la madrugada.

Y finalmente, un escenario pequeño iluminado con una luz amarillenta, donde solo había un piano viejo, sin nadie que lo tocara.

Camino a la barra de bebidas, haciendo resonar sus tacones, se sentó de lado en una de las sillas, siendo una de las pocas que lo hacían, mirando sin emoción al bartender que se le acercó para atenderla.

-¿Tienen Margarita?- preguntó ella antes que el hombre hablara.

-Por supuesto- le dijo, era un hombre algo entrado en años.

-Tráeme una- le dijo, dándole otra calada a su cigarro.

El bartender asintió y prosiguió a prepararla, dejando que ella mirara a los clientes del bar, esperando encontrar algo que la pudiera dar esa sensación que tanto deseaba, ese sentimiento de emoción que experimentó hace unas horas con ese hombre que dejó tirado en su auto y que provocó las manchas oscuras en su vestido, deseando que el siguiente durará más.

Pero nada... nada llamaba su atención.

Cuando su pedido llegó, se sacó el cigarro de la boca y tomó un poco, disfrutando el sabor de la Margarita, pensando que no tenía ganas de salir más por esa noche, esperando ver lo que hizo en el periódico de la mañana para tener algo que sentir.

Seremos los padres de Tom Riddle [Nueva edición] [Un poco de todo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora