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Jake arrugó el ceño al olisquear el aroma de Jungwon, que lo ignoraba olímpicamente. Incluso Heeseung tenía una expresión de desconcierto en su cara, algo novedoso para los dos omegas.
—¿Hueles a alfa? —preguntó Jake.
—Alucinas —dijo Jungwon, tomando en brazos a Riki.
—¡Yo también lo huelo! —bufó Hee—. Estás pasado a alfa, Won, ¡¿con quién te revolcaste?!
—¡Baaaaaaaah! —chilló Riki, mordiendo su pobre y destrozado peluche de conejo.
—No me he revolcado con nadie —protestó Jungwon—. El suelto aquí siempre has sido tú.
Heeseung puso ahora una cara de ofendido, aunque se notaba enseguida que no se lo estaba tomando en serio. Jake trató de contener la risa, a pesar de que la curiosidad lo estaba carcomiendo por dentro.
—Pero Jungwon...
—¡No les diré nada! —Jungwon comenzó a peinarle el cabello a Riki—. No hasta saber si es algo serio. No quiero ilusionarme ni ilusionarlos.
Los dos decidieron no insistir más en el tema, porque no querían que su amigo la pasara mal con tantas preguntas o, como decía él, emocionarse con un alfa que quizás le dejaría debido a su problema. A pesar de no estarlo demostrando mucho, parecía un poco feliz en ese instante, y no querían arruinar esa felicidad.
Heeseung, especialmente, era el que más se preocupaba por los dos debido a su naturaleza alfa. Muy bien podía estar prometido con Jimin, a quien amaba mucho, pero eso no quitaba que quisiera proteger a los omegas.
—Bueno, ¡hablando de otro tema! —dijo Jake, sirviéndoles un poco de jugo a cada uno—. ¿Pueden creer que un profesor me puso un examen para el sábado? ¡Un sábado! Todos nos quejamos, pero el desgraciado dijo que no estaba disponible otro día.
Como ya era costumbre, los tres se juntaron una vez al mes para ponerse al día de todos los temas. Esta vez fue un miércoles a principios de diciembre, con el invierno ya llegando al país y un frío enorme. A Jake no le gustaba demasiado dicha estación, pero se dio cuenta una semana atrás, cuando Jay se quedó a dormir allí, de lo calentito que era el alfa. Podía abrazarlo toda la noche, sin recibir queja alguna, y le gustaba demasiado eso.
—¿No irás a trabajar entonces? —preguntó Heeseung, recogiéndole un auto de juguete a Riki, que lo recibió feliz.
—No creo —suspiró Jake—. Le pregunté a Danielle si podía cuidarlo, pero me ha dicho que tiene un compromiso familiar. Así que Wonnie...
—Oh —el aludido sonrió con algo de culpabilidad—. Lo siento, Jakey, tampoco puedo. Iré a una cita con... —se calló antes de continuar, enrojeciendo.
—¿En la mañana? —Hee enarcó una ceja—. ¿O acaso pasarás la noche del viernes con ese alfa?
