Jennie
Me desperté con la salida del sol, algo que no había hecho en años. A no ser que volviera a casa tropezando tras la inauguración de algún club, medio borracha y con tacones altos, saludando a los paparazzi que me esperaban en la puerta.
No. Esto era diferente. En cuanto abrí los ojos, me incorporé, me puse una sudadera y abrí de un tirón la puerta principal.
─El paraíso, ─ respiré, la niebla cubría la costa como una manta. El aire mojado en mis piernas desnudas, ese olor a lluvia, la amenaza de truenos. Deseaba un té y un buen libro. Una chimenea y franela. Mis dedos tamborilearon contra la puerta y me pregunté dónde estaría mi libreta.
Y entonces, con la misma rapidez, tomé mi teléfono y abrí una de las siete aplicaciones de redes sociales que utilizaba con regularidad.
No había servicio.
Me planteé tirar el teléfono al mar.
Probablemente ya había perdido otros cien seguidores, seguidores que estaban acostumbrados a que publicara, en ocasiones cada hora, un vistazo a la glamurosa vida de Jennie Kim. Y este era el tipo de amanecer del que tenía que publicar una foto.
Ahora, menos de una hora después, estaba sentada en un taburete con diez mujeres diferentes tocándome diez partes diferentes del cuerpo, decididas a ponerme hermosa.
─ Dame bacón, ─ le dije a Alison, quien sin disimulo me dio un trozo. Me estaban haciendo la pedicura y la manicura al mismo tiempo, y la estilista, Joanna, me estaba aplicando un gel espeso en el pelo.
─ Latte, ─ dije, y Alison me acercó la taza humeante a los labios.
Debía de parecer una inválida con mucho estilo pero con Alison como maquilladora (y mejor amiga) desde hacía una década ya habíamos hecho esto un millón de veces. Como modelo, la única forma de comer en el set era que tu maquilladora te diera de comer. Eso, y por lo general también me atiborraba de comida cuando me daban unos escasos cinco minutos para ir al baño.
─Lalisa realmente cumplió, ¿eh? ─ dijo Alison, inclinando ligeramente mi cabeza, con las yemas de sus dedos frías contra mis pómulos.
─Sí, ─ le dije, con la mirada fija en el gran escritorio donde se escondía ella.
Estaba leyendo aquel libro de Rilke como si contuviera los secretos del universo, y apenas me había dedicado una mirada desde nuestra pequeña interacción de hacía media hora. La había sorprendido con la mirada clavada en mis muslos desnudos antes de que se serenara.
Su autocontrol resultaba intrigante: estrellas de rock, famosos, diplomáticos europeos e incluso otras modelos me adulaban, mujeres más jóvenes que querían rendir culto a mis pies.
Pero Lisa se limitaba a ignorarme.
Aunque era agradable tener a alguien en el set que finalmente se riera de mis bromas (además de Alison).
─ ¿En qué estás pensando? ─ me preguntó Alison mientras yo cerraba los ojos.
Esta era mi parte favorita de ser modelo: cerrar los ojos y dejar que un grupo de personas tomara el control total de tu cuerpo, las yemas de sus dedos como pequeños colibríes posándose en tu piel, una y otra vez. Manos en mi pelo, en mis pómulos, en mis tobillos y muñecas.
─Oh, en nada, ─ dije. ─ De hecho, estaba pensando en Lisa. Ella es... interesante.
Alison hizo un sonido de afirmación. ─Y esta librería... te juro que sentí escalofríos cuando entramos aquí. Me pregunto por qué todos esos escritores ya no vienen, ¿sabes?
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Almas Libres - Jenlisa | G!P
Tiểu Thuyết Chung❝Estoy hambriento de tu risa resbalada, de tus manos color de furioso granero, tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas, quiero comer tu piel como una intacta almendra. ❞ ─ Pablo Neruda Dos almas, unidas bajo un cielo feroz... La pulcra y ordena...