Narcissa Black

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Los siguientes días fueron una sucesión de rostros, nombres y restaurantes de los que Barty perdió la cuenta.

Su primera cita a ciegas fue con Sybill Trelawney. Estudiante de medicina alternativa oriental en La Academia de Ciencias Médicas de Ilvermorny. Sybill era peculiar, desde la forma en que vestía, con largos vestidos con patrones míticos y flores naturales adornando su cabello, hasta la manera en que hablaba, con el acento galés deslizándose por cada una de sus palabras.

Cuando Pandora le recomendó intentar algo distinto no se imaginó... lo que sea que eso fuera; pero allí estaba ahora, escuchándolo todo sobre su carta astral.

Barty sabía que no iban a llegar a ser nada serio -estuvo a punto de pararse e irse al verla entrar por la puerta- y, por la manera en que Sybill había ignorado cada uno de sus intentos de coqueteo, tampoco iban a llegar a ser nada casual.

—¿Puedo preguntarte algo? —le preguntó Sybill cuando acabaron con el plato fuerte—. Ya que esta cita no va a llegar a ningún lado...

Barty se atragantó con uno de los tomates de su platillo ante la franqueza desvergonzada de Sybill. Se llevó la mano al pecho e intentó disculparse de inmediato, más por diplomacia que porque en verdad lo sintiera, pero ella lo detuvo antes de que pudiera decir nada.

—¡Oh! No me malinterpretes, estoy segura de que eres una persona maravillosa, pero tu aura está totalmente desincronizada con la mía y los Sagitarios no son compatibles con los Piscis. De todas formas, volviendo al tema. Ya que lo nuestro no tiene futuro, ¿te importa si te leo el tuyo con las cartas? Tengo esta... —movió sus brazos en el aire, buscando la palabra—, llamada del universo. Hay algo en tí. Una energía que se mueve a tu alrededor. Creo que quiere decirte algo.

Sybill parecía emocionada.

Barty soltó una risa ligera, anonadado y al mismo tiempo divertido por la situación. Si tenía que ser honesto consigo mismo, estaba algo decepcionado por haber fallado de nuevo en el intento de ganar la apuesta, pero esa vez, la amarga angustia que lo abrumó después de su cita con McDonald, no tomó el control sobre él.

Pandora le había asegurado que habrían más oportunidades y Sybill tenía razón, simplemente no eran compatibles. Era un alivio que ambos se hubieran dado cuenta tan pronto porque así no perderían tiempo tratando de hacer funcionar algo que no tenía potencial.

Se encogió de hombros.

¿Qué tenía que perder?

Quince minutos después, dos platos de postres a medias y tres cartas desplegadas entre ellos en la mesa, a Barty se le pusieron los pelos de punta.

No le había explicado a Sybill sobre la apuesta, sobre sus problemas para conectar con otras personas o sobre lo confundido y alienígena que se sentía últimamente en su propia mente, pero ella lo vio todo.

—Esta tirada que hicimos fue para ver tu pasado, presente y futuro; por lo tanto las levantarás en este orden —y señaló las cartas de izquierda a derecha, dejándolo a él mismo levantar la primera. Barty la volteó de arriba hacia abajo—. Este es tu pasado —le recordó—. La reina de copas invertida.

—¿Qué significa? —preguntó con anticipación.

—La reina de copas es hermosa, es la gobernanta del mundo de las emociones. Sin embargo, ¿sabes cuál es su defecto más grande? —no tenía idea de qué estaba hablando—, puede perderse y olvidar realmente quién es. Parece que tienes o tenías mucha dificultad para mostrar tu mundo interior a los demás.

There's gotta be somebody for me like that | RosekillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora