La apuesta

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Las manos de Barty bajaban por el torso de Evan hasta llegar a sus caderas. Tenía los ojos cerrados y su cuerpo vibraba. Las olas de sonido lo habían transportado a otra dimensión. El ritmo se apoderaba de su corazón, palpitando al mismo tiempo que el sintetizador, y el tiempo se dilataba y retraía. En ese lugar podía ser lo que quisiera, y por eso se encontraba allí.

Los universitarios, con vasos rojos en sus manos, en grupos animados o en parejas improvisadas, bailaban en la sala de la casa de Lucius. Era quien organizaba ese tipo de fiestas donde las drogas pasaban de mano en mano y el alcohol nunca se acababa. La euforia se reflejaba en sus rostros sonrientes y sus movimientos desenfrenados. Los cuerpos estaban tan cerca los unos de los otros que era imposible no sentir la piel de alguien más tocando la tuya.

Una de las chicas lo jaló hacia atrás y compartió sus labios con él. Sabían a cereza y vodka, dulce perdición en la que caería una y mil veces.

Evan intercambió su lugar con Barty y puso una mano en su brazo.

—¡Crouch!

Volteó la mirada y encontró a Avery entre la multitud.

—¡Hey! —le regaló una sonrisa diplomática cuando se acercó — Se te extraña en clase. La próxima semana deberíamos... —hizo un ademán con la mano, como si estuviera aspirando un cigarrillo.

"Fumarnos uno" , era lo que quería decir.

—¡Claro! Siempre estoy disponible para tí, Crouch.

Barty estaba en su elemento. Sonrió complacido y pasó un brazo por encima de los hombros de Evan.

—¿Vamos afuera a fumarnos un cigarro? —le gritó sobre el ruido de la música y las conversaciones aledañas.

Evan asintió con la cabeza y los guió hacia el jardín de la casa.

—Pensé que odiabas a ese tipo —le dijo serio cuando la música se escuchaba solo como el eco de lo que pasaba dentro.

A Evan no le agradaba aquel ambiente, no de la misma forma en que a Barty. Estaba dispuesto a acompañarlo, vivir la experiencia, disfrutar el momento, pero:

"Siento que para tí significa algo diferente" , le había dicho una noche después de un porro y cuatro cervezas, "que llegamos aquí con motivaciones muy distintas".

Barty no entendía a qué se refería.

—Sí, lo detesto —admitió. Encendió un cigarrillo y le ofreció otro a Evan, quien lo encendió con la ayuda del suyo—, pero vende las mejores onzas del campus —se encogió de hombros—. No hace falta hacer enemigos si puedes obtener algo de ellos.

Evan puso los ojos en blanco.

—¿Barty? —preguntó una chica rubia que salió de las puertas de vidrio de la casa y caminó directamente hacia él. Vanity. Estaba cubierta por un vestido largo y transparente, bien podría simplemente no llevar ropa. Sonrió de lado a lado al verla, no pudo ignorar la forma natural en que sus pechos tocaban la tela, sus ojos bajaron a sus caderas, curvas por las que deslizarse, y de vuelta a su rostro que te advertía que tendrías que esforzarte para tenerla. Era la combinación perfecta entre desafío y recompensa—. ¿En dónde estabas? —le dio un beso en la mejilla— Estuve esperándote.

Era mentira, pero podía jugar ese juego si era lo que quería.

—Me sentía algo apagado, pero me acabas de encender, Vanity. Te ves... ¡ufff! —Vanity puso los ojos en blanco y miró de reojo a Evan, como si no entendiera qué estaba haciendo allí aún. Se enfocó de nuevo en Barty llena de lujuria -y nada más- y jaló de su corbata.

There's gotta be somebody for me like that | RosekillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora