Lily Evans

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Sirius Black y James Potter siempre habían sido mejores amigos, desde el día en que se vieron por primera vez en la primaria y compartieron su desayuno porque Walburga mandaba a sus hijos a la escuela sin comida, hasta la actualidad. Nunca había sido testigo de una situación en la que esos dos dejaran de hablar por más de 72 horas, pero desde que Regulus y James anunciaron su relación al público, Barty no los había visto juntos ni una sola vez.

—No está muy cómodo con la idea de tener a sus "dos hermanos" como cuñados —le dijo Regulus—. En realidad creo que solamente está haciendo un drama porque se siente abandonado —Barty levantó una ceja incrédulo—. Sirius tiene serios problemas de abandono. Se tuvo que ir de casa a los dieciséis años y dejar todo lo que conocía atrás. No le gusta el cambio. No solo no le gusta, haría lo que fuera para que no sucediera.

—Siempre he pensado que es bastante egoísta. Piensa que el mundo gira a su alrededor ¿no? Yo dejé mi casa a los diecisiete y no tengo ese tipo de problemas.

—¿Enserio?

—¿Qué? —reclamó sin entender—¿Tienes algo que decir, Reggie?

Regulus movió la cabeza de un lado a otro, negando, y luego soltó una risa ligera.

—Eres un completo idiota, Crouch.

—Gracias —respondió con sarcasmo—. ¿Y qué piensa Potter de todo eso?

Regulus se encogió de hombros.

—¿Qué va a pensar? Es su mejor amigo, claramente está sufriendo.

El resultado de esta separación dio paso a una serie de eventos que desencadenaron una situación que no pudo haber visto venir jamás.

—Me dijeron que estabas buscando con quién salir, ¿sigue siendo así? —le preguntó Lily Evans desde el otro lado de la mesa que compartía con Regulus y James en el comedor de los Kowalski.

Era de conocimiento público que Lily era una de las chicas más inteligentes de Hogwarts, nadie que pudiera ver dos dedos de frente se atrevía a meterse con ella a menos de que tuviera la intención de tratarla con el más absoluto respeto. Barty no sabía qué responder. Después de su fracaso con Cissa había decidido que tal vez no valía la pena seguir persiguiendo su victoria, después de todo, las cosas comenzaban a fluir mejor ahora que James, Barty y Regulus pasaban más tiempo juntos. No tenía caso decirlo, y tal vez su ego no lo dejaba, pero no pensaba ser el catalizador de su separación; ahora solo tenía en mente el cómo no perder la cantidad ridícula de dinero que había apostado en el calor del momento.

—¿Por qué lo preguntas? —preguntó con sospecha.

—Quiero una cita contigo, Crouch. ¿Qué te parece el miércoles a las siete de la noche?

No entendía qué estaba ocurriendo, y si la expresión de sus amigos era algún indicador de ello, al parecer no era el único. Evans no era el tipo de chicas que salía con personas como Barty. Entonces ¿de qué iba todo eso?

—¿Estás segura de que no te golpeaste la cabeza? ¿Quieres ir a la enfermería?

Regulus a su lado soltó una risita indiscreta y James, que tenía la boca abierta indecorosamente, la miraba con un parpadeo rápido de sus ojos, como si creyera que estaba soñando y que así podría despertar.

—¿Tienes miedo, Crouch? —lo desafió la pelirroja.

Ah, el truco más viejo del libro, y Barty caía en él cada vez. Nada mejor para convencerlo que tocarle el ego.

—Pff —se cruzó de brazos—, ¿No?

—Está bien, entonces te veo en las puertas del dormitorio de Gryffindor a las siete de la noche del día miércoles. Lleva flores, me gustan las petunias.

There's gotta be somebody for me like that | RosekillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora