Evan Rosier: Parte III

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—Recuérdame de nuevo, ¿por qué tenemos que ayudarlos? —se quejó Sirius desde el asiento del copiloto.

La pierna de Barty subía y bajaba en un ritmo intranquilo.

Estaba sentado en la parte de atrás de la camioneta de James, a un lado de Regulus, las manos metidas en el hueco de su sudadera y la mirada fija en el magistral edificio frente a él. Escuchaba como ruido de fondo la charla llena de dimes y birretes entre los hermanos, pero no podía pensar en otra cosa más que en todo lo que estaba en juego para él. Yacía sobre él la responsabilidad de convencer a Evan de que regresara y no estaba seguro de poder hacerlo.

"Solo lo hará si está seguro de que estás siendo honesto" , le advirtió Regulus, "e incluso entonces, se cuestionará que no lo seas. Lleva años acostumbrandose a la idea de que no sientes absolutamente nada por él. Ahora va a ser difícil hacerlo cambiar de opinión."

Barty había pasado por una montaña rusa de emociones a lo largo del día. Solo estaba seguro de una cosa: No podía permitir que Evan desapareciera de sus vidas como si nunca hubiera existido.

Era casi la media noche y aunque habían considerado la idea de ir al día siguiente, James les recordó amablemente que si Barty no lograba confesarle lo que sentía a Evan antes de que terminara el día de San Valentín entonces perdería la apuesta. A nadie le importaba la apuesta a ese punto, pero, al parecer, James tenía la idea de que aún podían quitarle esas mil libras a Regulus.

Había una tensión extraña entre ellos dos. James parecía herido por la actitud de Regulus durante todo ese tiempo y la manera en que había lidiado con el problema. Barty no sabía qué hacer con ello, pero, honestamente, tampoco quería hacer nada al respecto, tenía cosas más importantes por las que preocuparse.

Ahora estaban estacionados frente a la fachada de la universidad de Beauxbatons en Bristol, una de las mejores universidades del país. La gran estatua de Nicolas y Perenbelle Flamel se alzaba en la imponente entrada. No le sorprendió que Evan escogiera un lugar así para olvidarse de él. Si tienes que olvidarte de Bartu Crouch, probablemente termines escogiendo un lugar que te recuerde que hay cosas más grandes y mejores que el perdedor que conociste en tu infancia.

—Sal —lo apuró Regulus, abriendo la puerta y empujándolo fuera con un empujón—, tú puedes o... lo que sea —dijo torpemente. Nunca había sido muy bueno para dar aliento.

—¿No piensas venir conmigo?

—¿Quieres que te tome la mano mientras le confiesas tu amor? —se burló.

—No tengo ni una puta idea de dónde está —exclamó exasperado.

James apagó el auto y se bajó del asiento del piloto, caminando alrededor de él hasta que estuvo a un lado de Barty.

—¡Vamos! Te digo en donde está su dormitorio.

Ambos caminaron hacia el lado del campus en donde se encontraban los dormitorios. Barty preguntandose cómo era que James conocía tan bien aquel lugar. El ambiente era muy diferente al de Hogwarts. No había ningún transeúnte borracho y el único ruido que podía escuchar era el de los grillos tocando su serenata nocturna.

—Es allí —le indicó al llegar.

Entre las puertas de vidrio del gran edificio de ladrillos azules se encontraba un chico alto con lentes, sosteniendo una tablilla de notas. Barty no perdió tiempo e intentó entrar como si estuviera muy seguro de lo que hacía, generalmente de esa forma podía entrar a casi cualquier lugar, pero el chico lo detuvo con una mano sobre su pecho y lo miró con desaprobación.

There's gotta be somebody for me like that | RosekillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora