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Fue una noche tormentosa en la que Viktor no pudo conciliar el sueño. La imagen de Horacio alterado se repetía una y otra vez en su cabeza, y sus palabras resonaban en lo profundo de sus oídos.

Pero la herida en su corazón provocada por la situación y por el moreno no era lo único que le produjo intranquilidad e insomnio. Al volver a casa, tras semejante discusión, se había encontrado con un paquete envuelto precariamente en cinta adhesiva. En cuanto lo vio frente a la puerta de su hogar, lo abrió con precaución descubriendo un zapato de tacón blanco manchado de tierra y sangre.

No hacía falta pensar de más sobre a quién le pertenecía.

Ahora el zapato y el paquete descansaban en la mesita de centro de la sala de estar, mientras Viktor, sentado en los bancos del desayunador, no les apartaba la mirada de encima. La doctora estaba muerta por abrir la boca, a él lo estaban siguiendo. ¿Cuánto tiempo le quedaba?

El ruso suspiró pasando una mano por su cabello, si realmente planeaba cruzar hacia el otro universo, debía apresurarse. Las obras de comisaría era una tapadera para deshacerse del agujero blanco y le quedan menos de dos días antes de que lo destruyeran. Además, tenía las pistolas del CNI apuntando directamente hacia él.

Debía ser cauteloso, claramente esto era una provocación más que una amenaza por parte del CNI. Estaban esperando su próximo movimiento, aunque dudaba que supieran su deseo de cruzar el umbral.

¿Qué podía perder? Era morir de un tiro o morir hecho... trizas por la naturaleza desconocida de un agujero negro, o blanco, o lo que fuese. Cuando lo pensaba de esa forma, le daban ganas de vomitar por el miedo, pero si existía la posibilidad de cruzar a salvo al universo de Horacio, entonces debía hacer lo que dictaba su corazón.

Cruzar.

Se levantó de su asiento y se dirigió a su habitación, se sentó frente a su pequeño escritorio y tomó una hoja y bolígrafo. No le dolía tener que dejar todo atrás puesto que nunca consideró que le quedaran cosas o personas de valor en este mundo.

Sin embargo, su deber era despedirse de la única persona a la que le guardaba simpatía, respeto, y cariño. No quiso pensar de más, así que dejo que su mente guiara su mano y la tinta para despedirse apropiadamente.

Gustabo,

He decidido emprender el viaje que usted tanto me insistió. Debo serle sincero, he elegido un lugar muy lejano como destino, mayormente porque quiero empezar en ese lugar, creo que es la oportunidad perfecta para soltar lo que sea que deba soltar.

Es una decisión precipitada, pero últimamente he sentido que me estoy quedando sin opciones. Esto es lo correcto, es lo que quiero hacer.

Probablemente Greco sea quien se quede con mi puesto, lamento tener que informarle que seguirá siendo su superior por varios años. Después de eso, no me cabe duda de que será usted quien quede al mando, siempre ha tenido el perfil necesario para hacerlo. Conway y yo hablábamos de esto desde sus días como alumno en el cuerpo.

Bueno, tal vez yo hablaba más sobre esto que Conway.

Sé que esta no es la despedida apropiada, pero creo que usted... que tú sabes que nunca fui una persona que hiciera las cosas de otra manera.

No tengo dudas de que seguirás enorgulleciendo a tu familia; por mí no te preocupes, ya me has hecho sentir orgulloso.

Gracias por la charla en el hospital.

V.

Dobló la carta cuidadosamente y la metió en el bolsillo interior de su chaqueta. Tomó algunos documentos importantes como su pasaporte, tarjetas y comprobó que en su billetera su encontrase su identificación y licencia de conducir. Se dispuso a camina hacia la puerta no sin antes dar una ultima vista a su apartamento. Era la ultima vez que vería ese lugar, la ultima vez que respiraría dentro de esas cuatro paredes.

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⏰ Última actualización: Feb 21 ⏰

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