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Volkov se acomodó en el asiento del copiloto mientras Greco hacía un para nada legal giro en U para dirigirse a la comisaria a petición del ruso. Viktor frunció el ceño y lo miró de mala manera, el pelinegro sintió las punzadas de los ojos grises sobre sí y se tensó un poco.

—No estamos en un patrulla ni en una emergencia como para hacer ese movimiento—habló malhumorado.

Greco sonrió tratando que calmar los ánimos del ruso—Bueno, tu no deberías trabajar y aquí nos tienes yendo a comisaria.

—Eso es diferente, solo quiero supervisar unas cosas.

—No te quiero ver en un patrulla, ya te lo digo.

No tenía intenciones de unirse a alguna persecución o retomar sus casos en curso, al menos no por el momento. Lo único que deseaba era poder encontrarse con Horacio luego de varios días incomunicado; tras despertar, le prometieron salir a la mañana del día siguiente, pero los tramites se atrasaron y terminó abandonando el hospital por la noche. No era demasiado tarde, pero pensaba que a esa hora en particular sería difícil encontrarse con Horacio.

Aunque para ser sinceros, después de prácticamente cuatro días de no saber nada de él ¿estaría esperándole si quiera?

—¿Qué es lo que vas a hacer exactamente? ¿no podía esperar a mañana? —Viktor negó con la cabeza— Vale, hombre de secretos, te espero para llevarte a casa.

—No hace falta, puedo tomar un taxi.

—¿Te despertaste de un coma inducido ayer y quieres y que te deje ir en un taxi? Macho, mejor págame a mí.

—¿Hombre, cómo que te pague a ti? ¿No te pago lo suficiente ya?

—No me pagas tú, Volkov, me paga el estado.

—Joder.

Rodríguez estacionó el auto frente a comisaría, Viktor salió del coche y se giró hacia él para indicarle que le llamaría cuando estuviera listo, cerró la puerta y se dirigió a la entrada. Su hombro le dolía un poco, tenía los vendajes bajo la manga y se sentía ridículo con la camiseta de Metallica que Rodríguez consiguió en una tienda de segunda mano por tan solo tres dólares, pero entendía que hizo lo mejor que pudo al no tener acceso al apartamento del ruso.

Gracias a la hora no tuvo que encontrarse con agentes, tan solo con la recepcionista a la cual saludó rápidamente y evitó cualquier conversación innecesaria sobre su estado de salud. Tomó una radio de la armería y prácticamente corrió hacia la oficina de siempre esperando ver a la persona de siempre tras el espejo de siempre.

En cuanto cerró la puerta de la oficina tras sí, sintió la ansiedad subirle por las rodillas hasta los hombros. ¿Y si Horacio no estaba? Bueno, podía volver mañana, pero ¿y si tampoco llegaba mañana? ¿Y si pensaba que ya no quería verlo y por eso desapareció por días? ¿y si algo le pasó también a Horacio? ¿Se alegraría de volver a verlo o estaría enfadado? Tragó saliva mientras se acercaba al espejo y suspiró aliviado al ver la figura del moreno tras el cristal.

Horacio estaba ¿sentado? Sí, estaba sentado, con la cabeza mirando hacia el suelo y los codos sobre sus rodillas. Por la pose, Viktor deducía que estaba cansado, sabía que la línea de trabajo que compartían ambos era agotadora pero le pareció tierno que aún así estuviera allí para verle.

Activó la radio y la acercó hasta su rostro para finalmente pronunciar las palabras que tanto había esperado.

—Horacio...

El moreno levantó el rostro de golpe y fue entonces que el ruso pudo notar las ojeras adornando su rostro, parecía algo pálido y sus ojos estaban levemente rojos. El moreno dejó salir un suspiro, que Viktor no pudo escuchar, a la vez que cerraba sus ojos. Apoyó una mano sobre su pierna para tomar impulso, se levantó de su siento y mientras se acercaba al espejo llevaba la radio hasta su rostro.

Away (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora