Capítulo 4

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Salió de la ducha siendo seguido por una capa de vapor

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Salió de la ducha siendo seguido por una capa de vapor. No importaba si era verano a Aziz no le gustaba tomar un baño con agua fría, siempre iba a preferir un buen refrescante (no tanto) baño con agua a altas temperaturas.

Con un mano seco el vapor que había empeñado el espejo del baño, para poder continuar con su rutina. Saco de su cajón una mascarilla coreana que había sido regalada por Joy junto con múltiples productos de belleza y cuidado para la piel de la misma marca, argumentando que como no tenía amigas mujeres con quien compartir las noches de mascarillas y fáciles, Bowie y él iban a tener que soportarlo.

Se la colocó con cuidado, cubriendo cada parte de su rostro para lograr hidratarlo de forma correcta. Mientras el tiempo de espera para poder retirarla llegaba, empezó a vestirse, tomando sus boxers y el short para dormir que previamente había llevado consigo. Tiró la toalla que cubría su cuerpo hacia el piso una vez estuvo vestido de la cintura para abajo y retiró la mascarilla de su rostro.

Escuchó un ruido y unos pasos en su habitación, pues su baño estaba dentro de la misma. Supuso que era su madre, quizás había olvidado algo o venía a decirle que ya se iba a su trabajo.

—¿¡Mamá!? .- Grito desde el cuarto del baño sin obtener respuesta. Levanto sus hombros restándole importancia, tomando una toalla más para poder secar su cabello.

Salió del cuarto del baño frotándose la cabeza con la misma. Pero lo que vio enfrente de él lo hizo quedarse helado y quieto delante de la puerta.

Había un chico de cabello plateado con unas cuantas ramas verdes en él, dándole la espalda y parado frente a su ventana, quien maldecía por debajo.

Y Aziz hizo lo que todo un hombre haría.

Gritó fuertemente y lanzó la toalla con la que secaba su cabello en dirección a la persona que se encontraba entrando por su ventana.

Acción que asustó al intruso pues, él también soltó un grito y cayó dentro de la habitación, con la toalla que el dueño de aquel lugar le había lanzado, sobre el rostro.

Aziz corrió hacia la esquina del cuarto y tomó aquel bate color plateado —¡sabía que un día lo necesitaría! — pensó dentro de su histeria.

—¿¡Quien demonios eres tú!?. – Grito el pelirrojo. Mientras se acercaba lentamente al que parecía ser un ladrón. Su corazón estaba latiendo fuertemente y su mente corría a mil por hora pensando en los peores escenarios.

Pudo escuchar unas cuantas maldiciones más antes de lograr acercarse a él. Se encontraba todavía tumbado sobre el suelo y con la toalla aún en el rostro y quejándose de su espalda.

Puso un pie sobre el pecho del contrario aplastándolo con fuerza para mantenerlo inmóvil y levantó el bate antes de volver a hablar. —Te pregunté ¿Quién demonios eres? . —grito una vez más.

—Te agradecería si me dejas respirar un poco. —Habló el de cabello plateado entrecortado pues el peso del pie descalzo de Aziz le estaba aplastando los pulmones y quizás un par de órganos y costillas más. Cosa que fue ignorada completamente por él, haciendo aún más presión sobre su pecho.

La ironía del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora