5. El líder de huidas

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Ayer nadé como nunca en la vastedad del bravo mar, pero jamás dejé a nadie atrás. Hoy sintiendo mi alma con la brisa, en la orilla descanso con sus llegadas fervientes sonrisas.

No me considero un líder capaz, pues, no lidero a nadie en particular. Nunca he buscado perfección humana, ni honrada hasta el día de hoy. Solamente soy un humilde servidor, que ama la simpleza y el orden que estableció en la tierra el divino creador:

El barco pronto se hundirá,
Pero el capitán amistoso
Me encomienda dirigir la huida,
Mientras el se queda atrás.

-Un capitán debe hundirse con su barco -dice él con absoluta seriedad mientras todos están desesperados intentando sacar el agua-. No te preocupes por mí, salvate tú, si puedes
-Un capitán debe hundirse con su tripulación -le respondí yo-, todos moriremos si no toma el control de la situación, debemos hacer algo
-Que esperanzas las de el más pequeño de todos, tu corazón es noble, pero estás ciego. Estamos varados en medio del mar, el barco se está hundiendo y perdimos los botes, ¿Qué pretendes que haga?, mas que morir en mi timón con orgullo, es el mejor privilegio de todos
-Sería un privilegio si muriera en batalla por su barco, pero no hace nada mas que contemplar el caos que nos atrapa a todos.
-Hay batallas que no se ganan, no podemos luchar contra el Dios del mar, pero si tantas ganas tienes de vivir, salvate tú, ya te lo dije antes
-Quiero salvar a mis compañeros, no velo por mi, ni por mi barco
-Diez años navegando juntos, y ahora te revelas. Cuando se trata de supervivencia, el hombre muestra su verdadero espíritu. Ya lo veo, en tus ojos, me veo a mi cuando era todavía joven, lleno de fe y esperanza, fuerte y capaz de todo, sin rendirme fácilmente. Por eso, te encomiendo mi tripulación, toma el mando. Ahora déjame.

No hay tiempo que perder
El barco perecerá
El capitán dejó todo en mis manos
Su responsabilidad

Debe haber algo por hacer
Todos se están rindiendo,
Se está bebiendo el vino
Esperando su muerte desolada

Le pido a Dios que me ayude
Alzó mi voz al cielo
Y en la cima, veo una luz de vigía
Es la mejor señal de todas

Subo con fe
Y todos me miran con tristeza
Cogo el catalejo
Y busco una isla, un refugio

¡Hurra!

-¡Ey!, ¡amigos! ¡una isla! ¡a varios kilómetros! ¿!será puesta por el mismo Dios del mar!?

Algunos dudan, por su inexpresión
otros se apresuran a estribor pero no ven nada

-Está muy lejos -dicen-, con suerte llegarán los más jóvenes: tú, yo, y Dante.
¿y los otros cuarenta y seis ancianos que?
-Eh, tengo cincuenta años, tampo estoy tan viejo, ¿quién saca la red de pescados del agua?
-Tú y otros veinte ancianos más
-No se desanimen -dije yo- esto es una señal del cielo, ¿y simplemente lo dejaremos así y moriremos todos?. Que prefieren, ¿No hacer nada y morir, o ir y morir en el intento?, si lo intentamos tenemos probabilidades de sobrevivir y yo soy un excelente nadador, al igual que nosotros los más jóvenes, estaremos apoyando a aquel que se quede sin fuerzas.

-No se diga más -dice un anciano- ya no queda tiempo, que hacemos entonces capitán lavaplatos
-Lo primero sería organizarnos en grupo, somos cuarenta y nueve...
-¿Cómo sabes que somos cuarenta y nueve? -lo interrumpe el anciano
-Porque yo les hago la cena a todos
-Ya, dejenlo hablar -dice otro anciano-, no nos queda tiempo, ¿cuál es tu plan?
-Como decía, hay que organizarnos para que nadie se ahogue en el camino. Haremos un tren. Martino, como es joven y está en buena condición, irá a la cabeza, se lanzará primero al agua y nos guiará a todos. Dante irá en el medio, asegurándose que los ancianos que vayan adelante de él no desmayen. Y yo, iré atrás, también estaré pendientes de que nadie se quede. Lo demás ancianos se distribuirán entre Martino y Dante, y Dante y yo.
-Parece un buen plan, ahora solo recemos porque no nos ahoguemos o no nos coma un tiburón.
-Eh, no subestimes a los viejos piratas, somos pescadores desde niños
-Solo es por si acaso anciano -dice Dante-, seguro ustedes nos salvarán a nosotros

Soy la retaguardia de su perseverancia.
Mi corazón poco descansa,
Cuando se trata de avanzar,
A la isla de lo que alguna vez fue.

No voy a la cabeza, voy detrás,
Algunos ya están exhaustos,
Con mis pies los empujo
Y los animo sin parar

Soy el capitán lavaplatos,
Nadando por el medio del altísimo mar
Que nos puso el creador
Y en la orilla todos me halagan al llegar:

-Al fin llegaste San, ¡bienvenido!
-Gracias, estuve atrás velando para que nadie se quedara.
-¿Y quién se quedó?
-Solo el capitán, ya no está... soy el último
-Sé que te quedaste a atrás, porque eres mejor que nosotros nadando. Bueno, celebramos que eres el último en llegar
-Pero, si lo perdimos todo ¿Por qué vamos a celebrar?
-Porque estamos aquí gracias a ti, que viste la isla y cuando nadie quería nadar tan lejos, nos animaste, nos guíaste todo el trayecto como un verdadero capitán, aunque seas un simple lavaplatos. Lo hiciste mejor que el capitán, que prefirió aferrarse a su vanidad y ahogarse en su barco. ¡Así que anímate¡, líder de las huidas. Tenemos una isla que explorar

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