| Capitulo XI |

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|No es amor, mataste todas las flores.

No podías solo mirar, necesitabas el poder.

Solo déjame ir.|

Flowers - The Tech Thieves.

Flowers - The Tech Thieves

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|Jang Jae Won:|

|Una semana antes...

La llamada de un Haraldsen nunca augura nada bueno, pero por lo menos esta vez se trataba de alguien medianamente confiable.

—Mi primo cree que puede lograrlo —mencionó, distraída mirando el interior de su tasa casi vacía.

El sitio en el que me había llamado se encontraba en medio de Filadelfia. Un café concurrido, demasiado abarrotado como para que alguien se centrara en algo por más de cinco segundos antes de seguir su camino. La niña de no más de dieciséis años sentada ante mí, aún con su expresión ida, se encontraba alerta a cada movimiento a nuestro alrededor. Tenía los ojos de un marrón oscuro y en ellos había una calidez que jamás encontré en los de aquel con quien me había unido.

—Tú no —dije, y estaba muy lejos de ser una pregunta.

Megan Haraldsen sonrió ligeramente, aunque todo lo que hallé en el gesto fue dolor. Un leve temblor en la taza delató sus nervios.

—Nadie, en realidad —masculló desviando la mirada hacía la ventana.

Fruncí ligeramente el ceño. ¿Entonces porqué me había citado ahí?

Sabía que era peligroso desde el momento en que me dijo su nombre la otra noche por teléfono, que no debería meterme. Pero la última vez que había hablado con Oli, había sonado más excitado que de costumbre. Y teniendo en cuenta la poca disponibilidad que, según él, tenía para mí, que hubiera respondido el teléfono y evitado insultarme por los primeros cinco segundos ya había despertado alarmas en mi cabeza.

Ahora, tenía a la chiquilla con la que apenas había hablado cuatro veces en mi vida diciéndome que iban a matar a mi compañero. Y que quería mi ayuda para ello.

—¿Por qué entonces te arriesgas a decírmelo si crees que no va a lograrlo? —pregunté, realmente confundido para ese punto. Me crucé de brazos, sintiendo como la debilidad se apoderaba de ellos por culpa de los nervios —. Podría delatarte y todos ustedes estarán en problemas.

La forma en la que me miró, como si en realidad no sintiera ningún ápice de miedo por mis palabras, me puso los vellos de punta. Ladeé la cabeza, esperando por fin que las palabras abandonasen por fin su boca. La niña pareció satisfecha cuando sonrió, como si tuviera aquella batalla ganada desde el momento en que marcó mi número.

Conociendo a su familia, no lo dudaba.

—Por venganza —dijo, causando que todo mi cuerpo se tense. Mi expresión se endureció mientras que la suya era dominada por una sonrisa cómplice que me perseguiría en mis peores pesadillas. Se inclinó ligeramente hacía mí, hablando en un tono más bajo —. Sunbae, —llamó y yo apenas pude reaccionar —¿en verdad piensa pasar el resto de su vida con el monstruo que le quitó lo que más amaba?

Una Maldición Inmortal | II |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora