| Capítulo XVI |

436 62 69
                                    



|Si dejas salir mi alma,

dejas salir mi alma, dejas salir mi alma.

Volverá de nuevo a ti.|

Nitesky - Robot Koch / John Lamonica

Nitesky - Robot Koch / John Lamonica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|Killian Haraldsen:|

No fui capaz de respirar en los segundos en que Circe me observó desde tan cerca.

La luz del interior de la habitación brillaba en sus ojos celestes, dos cristales tan hipnóticos que por un momento me olvidé de lo mal que estaba mi vida. Aún seguía teniendo la sensación de que ella estaba viendo a alguien más, como si a través de mis ojos estuviera observando a un fantasma del pasado.

Su tacto era frío, pero decidido. Y yo no me atreví a alejarme.

—Te pareces mucho a él —dijo confirmando mis sospechas.

Ladeó su cabeza ligeramente. Como un animal curioso y peligroso.

—Aunque según sé, tu color natural de cabello es blanco —añadió subiendo sus dedos hasta hundirlos en los mechones tintados, una sonrisa floja tiró de sus labios —. Pero, dejando eso de lado, eres su copia exacta. Desde tus pómulos, hasta tu barbilla. Y esos ojos... tienes su mirada —se concentró en ella y una expresión turbada dominó su rostro.

Como si el fantasma en mi rostro le hablara, como si se diera cuenta de que ya no era el mismo. Se tambaleó hacía atrás y yo no hice nada para detenerla. Mi mente se había quedado en blanco, incapaz de reaccionar a lo que decía.

—Déjame decirte que tu padre era un hombre muy atractivo, pero sobre todo amable y gentil con cada criatura que no incitará su ira —contó volviendo a su antigua posición en el sofá. Circe quiso verse indiferente de nuevo, pero yo podía escuchar el esfuerzo que ponía en controlar los latidos de su corazón. De vez en cuando, uno se saltaba la perfecta sintonía y demostraba su nerviosismo —. Y por ello, siempre me pregunté por qué lo fue conmigo —añadió dirigiéndome una mirada curiosa, como si en realidad no entendiera.

>>—Jamás fui de las que llegan con la personalidad de un animal indefenso, el término débil me enferma tanto que hago lo que sea para evitar que me describan como tal —espetó con cierto veneno —. La primera vez que nos vimos, él estaba cazando a uno de mis novicios porque el idiota había matado a su novia en plena conversión. Yo, como toda creadora responsable, le prometí castigarlo por mi mano cuando vino aquí a exigir su cabeza.

Caí en cuenta de que era la primera vez que alguien, que no fuera Marcus, me hablaba de mi padre como si este fuese más que un recuerdo escabroso que no se debía tocar. Y aunque me perturba el hecho de que esa persona fuese nada más ni nada menos que una vampira siniestra, hermana de Alistair, no pude dejar de escucharla fascinado.

Una Maldición Inmortal | II |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora