|Capítulo XII |

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|Deja que mis ojos sean el ritmo.

Deja que mi mente sea tu libertad.

Puedes tomarlo todo, puedes tomarlo todo.

Deja que mi corazón sea tu refugio.|

Shelter - Machineheart

Shelter - Machineheart

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|Killian Haraldsen:|

—¿Seguro de que nadie te siguió? —la voz de Darian sonó seria y demandante. Una leve advertencia bailó en su expresión cuando miró a Jae Won luego de cerrar las ventanas de la habitación.

Dentro, la pobre iluminación apenas ayudó a quitar la atmósfera pesada que había caído sobre nosotros. Mi cuñado se encontraba sentado despreocupadamente en la cama, observando con diversión como el vampiro revoloteaba por todo el lugar. Su descontento era bastante obvio, así como las palabras atoradas en su garganta cuando le dije que yo lo había llamado. No esperaba que lo entendiera, pero necesitaba hablar con Jae Won antes de seguir nuestro camino.

Era un riesgo necesario, le había dicho cuando refutó.

—Créeme que si hay alguien que sepa despistar a un Haraldsen, soy yo. No tienes de qué preocuparte —respondió el compañero de mi hermano, cruzando sus piernas y mirando en mi dirección —. Tal vez deberías enviarlo a recorrer los alrededores, por si necesita más seguridad.

—Ni loco voy a dejarte a solas con...

—Darian —interrumpí sin mirarlo directamente, manteniendo mis ojos en el desafortunado coreano que tuvo la desgracia de terminar unido a Oliver —, por favor —añadí dirigiéndome al mosquito.

Su mirada quemaba con la fuerza de mil supernovas sobre mi rostro, saboreaba su enojo con cada inhalación. Su frustración. Pero me centré en Jae Won y me dije que me encargaría de Darian después, que le explicaría todo con más calma.

No dijo nada más cuando abandonó la habitación en un suspiro, azotando la puerta con más fuerza de la necesaria. Tanto mi invitado como yo nos quedamos viendo el punto en donde el mosquito había estado anteriormente, dándole unos segundos antes de hablar. Y no es que no confiara en Darian para presenciar aquella conversación, pero... necesitaba hacer esto solo. Sin involucrarlo aún más en toda la mierda que acarreaba conmigo.

Ya estaba siendo lo bastante egoísta al hacer que me siguiera, no podía no intentar protegerlo al menos un poco del caos infernal de mi manada.

—Temperamental ¿eh? Cuanto tu hermano dijo que tenías algo con un vampiro, creí que solo intentaba difamarte. Jamás llegué a pensar que fuera real y... serio —masculló al final bajando la mirada al suelo.

Me removí incómodo en mi lugar, recostado contra el tocador del cuarto. Observé distraído mis dedos, el anillo que mi madre me había dado antes de la tragedia brillaba en el anular. Había pensado en deshacerme de él, teniendo en cuenta de que todo lo que pertenecía a mi familia era perfectamente rastreable. Pero... no podía.

Una Maldición Inmortal | II |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora