¹¹ End of the game...

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Abby se encontraba en un torbellino de emociones

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Abby se encontraba en un torbellino de emociones. El corazón le latía con fuerza, y su mente era un caos de pensamientos y recuerdos. Regulus Black, el chico que había sido su todo, su confianza y su pasión, ahora se revelaba como un engaño, una sombra oscura que la había manipulado desde el principio.

La habitación estaba cargada de tensión mientras Abby enfrentaba a Regulus. Sus ojos, una vez llenos de admiración, ahora estaban nublados por la traición. Ella se aferraba al borde de la cama, las uñas clavándose en la colcha. La ira y el dolor se mezclaban en su pecho, amenazando con desbordarse.

—¿Por qué, Regulus?—su voz tembló, pero no retrocedió. —¿Por qué me mentiste? ¿Por qué jugaste conmigo?

Regulus permaneció de pie junto a la ventana, la luz de la luna delineando su figura. Su expresión era impasible, como si no le importara el daño que había causado.

—No tenías que saberlo, Abby. Era por tu propio bien. Si Dumbledore me descubría yo estaría en peligro. Era por tu propio bien que no lo supieras, alguien tenía que sacarte de la burbuja en la que vivías.

Abby sintió un nudo en la garganta.

—¿Mi propio bien? ¿Crees que soy tan frágil? Me usaste, Regulus. Me hiciste creer que éramos algo real, que había amor entre nosotros. Pero todo era una farsa. ¿Cómo pudiste?

Regulus se giró hacia ella, los ojos oscuros y fríos.

—No tienes idea de lo que estaba en juego. Los mortífagos no perdonan la debilidad. Si Dumbledore sospechaba de mí, habría sido mi fin. Y tú... tú eras la distracción perfecta. La oveja en el juego.

Abby sintió un arrebato de rabia.

—¿Distracción? ¿Una oveja? ¿Crees que soy tan insignificante? ¡Me amaste, Regulus! O al menos eso pensé. Pero ahora veo que solo era un peón en tu juego retorcido.

Las emociones se desbordaron, y antes de que pudiera detenerse, su puño se estrelló contra la mandíbula de Regulus. El sonido del golpe resonó en la habitación, y él cayó hacia atrás, sorprendido.

—¡Esto es por todas las mentiras!—gritó Abby, lágrimas en los ojos. —Por hacerte pasar por alguien que no eras. Por lastimarme.

Regulus se levantó, tocándose la mandíbula adolorida.

—Abby, lo siento. Pero no tenías que saber la verdad. No quería que te involucraras en todo esto.

—¿La verdad?—Abby se burló. —La verdad es que eres un cobarde. Y yo... yo merezco algo mejor que esto.

El dolor y la ira se entrelazaron en su pecho mientras miraba a Regulus. Había perdido su inocencia, su confianza. Pero también había ganado una fuerza que no sabía que poseía.

La habitación parecía encogerse a su alrededor. Las paredes, antes testigos mudos de su amor, ahora parecían cerrarse sobre ella. Abby se sentía atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

Regulus se acercó a ella, la mirada suplicante.

—Abby, escúchame. No fue fácil para mí. No quería lastimarte, pero no tenía elección. Los mortífagos son despiadados, tenía que mantenerme a salvo, asegurar un futuro que no me llevará hasta las celdas de Azkaban.

—¿Y qué hay de mí?—Abby se aferró al borde de la cama, las lágrimas corriendo por sus mejillas. —¿Qué hay de mis sentimientos? ¿Crees que no me duele saber que todo fue una mentira?

Regulus tomó su rostro entre sus manos.

—Abby, te amo. Más de lo que puedes imaginar. Pero tenía que protegerte. No podía arriesgarme a perderlo todo por un amor que no habría valido la pena. No quería que te involucraras en esta guerra oscura y sangrienta.

Abby apartó su rostro de sus manos.

—¿Guerra? ¿Es eso lo que éramos? ¿Una batalla en tu guerra personal? ¿Y yo? ¿Solo una pieza en tu ajedrez?

Regulus cerró los ojos, como si cada palabra de Abby le atravesara el corazón.

—No lo entiendes. No quería que fueras parte de esto. No merecías cargar con el peso de mis decisiones.

—¡Tú lo decides por mí!—Abby gritó, la voz quebrada. —Me arrebataste mi inocencia, mi confianza. Me hiciste creer que había encontrado algo real, algo puro. Pero todo era una ilusión. ¿Cómo pudiste?—las lágrimas de Abby se mezclaban con la lluvia que golpeaba la ventana. El dolor en su pecho era insoportable. ¿Por qué no me dijiste la verdad desde el principio? ¿Por qué me dejaste creer que éramos algo más?

Regulus se hundió en una silla cercana.

—No quería que sufrieras. Pero ahora veo que solo te hice más daño. Barty tenía razón. Me advirtió que no debía acercarme a ti, el tenía razón, siempre la tuvo. Siento hacerte daño.

Abby se acercó a él, la ira y la tristeza luchando en su interior.

—¿Daño? No tienes idea. Cada mentira tuya, cada engaño, me desgarraba por dentro. Y ahora... ahora no siquiera puedo verte a los ojos.

Regulus la miró con ojos suplicantes.

—Abby, no puedo cambiar el pasado. Pero puedo prometerte que, a partir de ahora, seré sincero. Te protegeré, pero no a costa de tu felicidad.

Abby se mordió el labio, luchando contra la tormenta de emociones.

—¿Y si ya es demasiado tarde? ¿Si ya no queda nada de lo que éramos? ¿O, alguna vez fuimos algo?

—Haré todo lo posible para ganarme tu perdón.

—Demasiado tarde, Black.

𝐋𝐈𝐄𝐒; Regulus Black ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora