deja vu

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So when you gonna tell her that we did that, too?
She thinks it's special, but it's all reused
That was our place, I found it first
I made the jokes you tell to her when she's with you
Do you get déjà vu when she's with you?

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Cogerle de la muñeca. Arrastrarle hasta el baño. Tentarle con la mirada.

Todas esas cosas, Martin ya las había hecho antes con otra persona, una a la que en ese momento le apetecía de todo menos recordar. Y, no obstante, si lo hacía sabía que era porque así lo sentía en ese momento; y no porque le pareciese que al otro le gustaría. Si le estaba mirando como lo hacía era porque así lo sentía, y eso nunca le había pasado con Hugo.

Tanto tiempo con él —y ahora, también, sin él— y se había dado cuenta de que nunca había sido él mismo hasta ese momento.

Parecía un puto déjà vu en todos los sentidos.

Menos en el de la verdad.

Porque si había arrastrado a Juanjo hasta el baño no era porque quería hacerle sentir deseado, como podría haber hecho en otro momento, sino porque él mismo se sentía deseado y necesitaba saciarse con algo más. Si le había permitido arrinconarle contra el lavamanos no había sido para fingir darle una autoridad y poder sobre él, sino porque le apetecía a él sentirse acomodado entre sus brazos, incapaz de huir.

Tantas cosas que había hecho, tantos arrepentimientos... Y todos eran con Hugo.

Con Juanjo, al menos hasta el momento, todavía no se había forzado a nada. No quería que lo que le gustase a Juanjo de él fuera una imagen preconstruida en la cabeza del maño. Si se sentía atraído, quería que fuera hacia Martin. Martin Urrutia.

Y Martin Urrutia se había apoyado contra el lavamanos y había dejado que Juanjo le comiese con la mirada desde lejos. Era ese mismo Martin quien le había dejado acercarse y quién había suspirado con quizás demasiada comodidad cuando el maño encajó sus brazos, uno a cada lado del lavamanos contra el que estaba el vasco. Y, sin duda, era ese Martin quien, osado como nunca, había pronunciado las siguientes palabras:

—¿Acaso no quieres besarme?

Podría haberse arrepentido, podría haberlo dicho en voz baja para evitar sonar tan seguro; pero lo cierto era que lo estaba. Quería que Juanjo le besara y no había nada de malo en ello. La voz de una Chiara preocupada se volvía un murmullo, al igual que la música al otro lado de la pared, y el vasco no podía hacer más que focalizar todos sus sentidos en el maño.

Se sostuvieron la mirada durante unos segundos, y sin decirse nada ambos supieron que habían estado conteniendo el aliento más de la cuenta. Fue Juanjo el primero que exhaló, incapaz de contestar de manera coherente a la propuesta del más pequeño. Lo único que hizo fue acortar todavía más la distancia entre sus rostros, lo que volvió algo incómodo el intentar mirarse a los ojos sin acabar bizcos en el proceso.

A esa distancia, los labios parecían un fruto de miradas mucho más tentador.

Sintiendo los suyos observados, Martin se relamió con anticipación y el rubor de sus mejillas se incrementó cuando pudo comenzar a notar el aliento de la boca contraria, entreabierta, siendo exhalado contra la suya.

Se le había olvidado lo sumamente gratificante que era la tensión sexual.

O, bueno, lo que quisiera que fuera eso.

Todo su cuerpo ardía en ese momento, y la única forma mínimamente viable para hacer disminuir la sensación de quemazón era dar un paso más. Quizás el calor se volviera más intenso, pero al menos tendría a Juanjo para compensarle.

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