Los que leen mi fanfic de Troya Seguro se preguntan donde esta Eneas. Bueno en edte momento él se encuentra atacando Grecia, mas precisamente la zona de Salamina y enfrentandose en persona a Ayax y sus guerreros scorazados reforzados por Gigantes.
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Cuando Aquiles cabalgó hacia la batalla con los griegos a sus espaldas, Héctor cabalgó hacia él con los troyanos a su lado. Se reunieron, un gran vórtice de guerra, en el altiplano para enfrentar a Zorzal, quien organizó su enorme ejército para enfrentarlos.
Pero la aparición de Aquiles ahora redujo a los saderanos a gelatina sin carácter. Temblaron impotentes cuando vieron al héroe brillando en bronce como el mismísimo Dios de la Guerra.
Pero Hardy, que vio este miedo, envió a Giselle, su propio apóstol cuya imagen era la de un dragón y cuya guadaña cosechó muchos cadáveres. Y cuando los saderanos vieron a este apóstol de Hardy, el orden volvió a ellos, porque sabían que al menos el inframundo estaba de su lado.
Tontos. No sabían que Hades los reclamaría si caían, no Hardy.
Toda la llanura estaba llena de caballos, hombres y el brillo del bronce. La tierra tembló bajo sus pies. A medida que las tropas avanzaban, dos héroes, ansiosos por el combate, avanzaron para enfrentarse en el campo entre ellos. Marco, cuya lanza había traspasado a Patroclo, y el noble Aquiles.
Marcus salió primero, con el casco balanceándose a cada paso amenazador, el escudo de guerra rectangular agarrado en una mano y la lanza con punta de hierro en posición. Aquiles, al verlo sin carro ni caballos, desmontó para enfrentarlo.
Entonces Aquiles empezó a cerrar terreno rápidamente. Un león frenético, gruñendo profundamente en su pecho, con los ojos brillando y atacando por pura pasión. Así estaba Aquiles cuando se acercó a Marco.
Cuando estuvieron dentro del alcance del otro, este león vengativo fue el primero en hablar: "¿Quién eres tú para enfrentar al poderoso Aquiles? Sólo veo a un niño que se engaña a sí mismo con mentiras de grandeza. Retrocede y salva tu juventud, antes de que te conduzca". lejos con mi lanza."
Marcus en respuesta dijo: "No creas que puedes asustarme con palabras, como si fuera un niño. No soy un niño inocente sino más bien un asesino veterano. Los grandes conejitos que luchan como guerreros conocen mi nombre porque he matado". muchos. Y fui yo quien primero golpeó con mi lanza a ese guerrero, cuyo nombre era Patroclo.
Con esas palabras, Aquiles conoció el odio. Una niebla roja apareció ante su vista y le rugió a este asesino de conejos: "¡Entonces morirás por mi lanza!"
El rugido fue tan grande que Marco tropezó y perdió el equilibrio por la fuerza de la ira de Aquiles.
Dicho esto, Aquiles clavó su pesada lanza de ceniza de Pelia en el escudo rectangular de Marco, haciéndolo astillarse como si lo hubieran golpeado con un hacha. Fuerte fue el golpe del hijo de Peleo, y volvió a golpear de modo que dio en el mismo lugar y atravesó para sacar sangre del brazo del escudo de Marco.
