Rapsodia del Ocaso en el Mar de Cristal

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La tarde muere en el horizonte en llanto,
mientras el mar de cristal suspira en silencio,
sus olas danzan con un lamento encantado,
tristezas en su espuma, un eco eterno.

Las nubes grises, como sombras danzarinas,
se tiñen de morado y gris ceniciento,
como lágrimas que caen, dulces y finas,
mojando las estrellas en su firmamento.

Las gaviotas en vuelo, desoladas, callan,
sus alas cansadas, surcan un cielo vago,
buscan el rastro de un sol que no se halla,
sus cantos son sollozos de un triste halago.

En la orilla, la arena guarda secretos,
huellas borradas por la sal y el olvido,
historias de almas rotas, sueños inquietos,
grabadas con tristeza en su curso fluido.

El faro solitario, guardián taciturno,
enciende su mirada, destellos pálidos,
busca naufragios que dejaron el alma en urna,
lamentos que se esconden tras velos lívidos.

En el horizonte, el sol se oculta sin remedio,
en su tumba dorada, una lágrima brota,
el cielo, un pañuelo que atrapa el desaliento,
mientras las olas, como versos, se azotan.

Oh, rapsodia del ocaso en el mar de cristal,
dulce tristeza, melancolía profunda,
invitas al corazón a recordar,
las penas que se ahogan en tu agua moribunda.

En el crepúsculo, se tiñen los recuerdos,
la añoranza se enreda en el alma dolida,
como algas que flotan en mares oscuros,
tejiendo en el silencio una elegía perdida.

Entre suspiros de olas desvanecidas,
mi alma naufraga en la penumbra callada,
en el rapsodia del ocaso en aguas teñidas,
donde la tristeza y la melancolía son amadas.

Resonancias del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora