Epílogo - Y uno más

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Enzo sonríe, con la prueba de embarazo positiva en su mano. No puede esperar para contárselo a su alfa.

Matías y él habían decidido meses atrás que en su próximo celo intentarían concebir y ahí estaba, la prueba de su amor mutuo, la prueba de que son destinados y de que no fue un error de que Matías lo mordiese aquella noche.

Su cachorro crece en su interior y sonríe aún más, sintiendo que ya lo ama.

–¡Matías! –lo llama– ¡Matías, tenés que ver esto!

Su alfa aparece al momento, sujetándolo por la cintura.

–¿Qué ocurre, chiquito? –le dice extrañado, sabiendo que él no es una persona muy vocal.

Sin dudarlo, desliza la prueba de embarazo frente a él y se lo dice.

–Lo hicimos, Matu. Vas a ser papá, mi amor.

Debería habérselo dicho frente a una superficie blanda, piensa pocos segundos más tarde, ya que por supuesto que su alfa se desmaya en cuanto ve la prueba y lo oye.

***

Matías no se puede creer su suerte en cuanto se despierta de su desmayo momentáneo y abraza efusivamente a su omega, incluso lo levanta del suelo y gira con él. Había deseado fervientemente tener un cachorro con él, pero Enzo se había negado varias veces, posponiéndolo por no estar listo, y él no lo iba a presionar. Sería cuando Enzo quisiera.

Hasta que llegó su último celo.

Una semana antes de su celo, Enzo lo había besado de una manera muy concreta, como si deseara fundirse con él.

–Mi celo está cerca –le había dicho, de esa manera dominante que lo volvía absolutamente loco– Es hora, alfa. Quiero que me hagas un cachorro.

Abrió mucho los ojos, incrédulo, y acertó a asentir, pegándolo a su cuerpo.

–¿Querés practicar, mi amor? 

La sonrisa de Enzo se intensificó de la manera correcta, la que auguraba una noche llena de sexo ardiente y de su omega montándolo sin cesar, apretándole el cuello mientras gemía.

Enzo no había usado su parche anticonceptivo durante ese celo, y ahí delante tiene el resultado. Su precioso omega embarazado, gestando un cachorro suyo.

–Te amo –le dice, llenándole la cara de besos– Te amo más que a nada en el mundo.

–Me voy a casar embarazado –dice Enzo, sonriendo.

–¿Querrás anunciarlo, mi amor?

Enzo lo mira, pensativo.

–Públicamente no, no hasta que empiece a ser visible.

Matías asiente, conoce a su omega y lo mucho que aprecia su privacidad y que no lo agobien con preguntas.

–No mentimos sobre tu estado si nos preguntan, pero tampoco lo anunciamos.

Enzo asiente, y después añade:

–Pero sí quiero decírselo a nuestros amigos. Quiero que lo sepan por mí.

–El resto de omegas no se despegará de ti en semanas.

Éxtasis [Matienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora