5.

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Y de repente agarraste un lápiz y una hoja,

y con lágrimas escribías,

un texto que ojalá a mi me dedicarías.

Pensé en gritarte, llamarte o algo,

para que supieras, que yo te estaba amando,

dejaste la carta en tu casillero,

y inmediatamente saliste corriendo,

y yo ahí, viendo todo a distancia,

¿Será para mi la carta?

¿Debería de tomarla?

A lejos te vi, con un cuaderno desgastado,

hoy no dibujabas muñecas,

tampoco rosas,

dibujabas estrellas negras y le colocabas nombres,

y me di cuenta, que todo este tiempo sola habías estado,

que nadie junto a ti había llorado,

que nadie te había levantado,

y pensé lo peor, que esa carta era tu despido.

El adiós te este mundo sin ningún cariño,

y luego te volví a ver, pensé en abrazarte,

en elevarte, y decirte que te necesito,

aunque no te conozca,

y estaba la carta, que seguía

en tu casillero, intacta.

Nadie la tomaba, ni tú la mirabas,

esa carta me hizo gris los días,

¿Para quién era semejante carta?

¿Estaba esperando que yo la tomara?

Boceto, que callada eres Boceto.

Tan delgada, callada, inocente y aspirante a la muerte.

Pienso que has quemado mis cartas, que no las lees,

de ta igual si te aman o no,
si te quieren o no.

Porque tú, no quieres amar,

para no lastimar.

Boceto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora