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CAP 1


Sabado, camino a Ciudadela


Lucia estaba ahí, descansando su cabeza en la ventanilla de el auto mientras su padre manejaba con destino a su nuevo hogar. Ella estaba rara, ¿cómo debería sentirse?, ¿emocionada?, si, lo estaba, pero también tenía algo de miedo, ¿Y si algo horrible les pasaba..?, estaba en sus pensamientos, hasta que la voz algo grave de su papá le hablo, sacándola de su transe.

— Che nena, ¿y a vo' que te pasa que tas' así?, con esa cara de como que de culo...— pregunto con su vista en el camino y con una pequeña sonrisa.

Ella pensó en que responder mientras una canción desconocida sonaba en la radio de ese viejo auto que ellos tenían.

Miro a su papá con una mueca de desentendida y hablo.— Nada, no me pasa nada pa, ¿Por qué?— pregunto volviendo su mirada a el camino, y siguió tratando de descifrar que canción era la que sonaba en la radio.

— ¿Cómo que “por que” ?.— La miro.— Te estoy diciendo que tenés una re cara de culo, ¿que te pasa, Luli?.— Dijo riendo un poco, tratando de que ella haga lo mismo.

— Nada, pa... solo me pone algo rara esto de la mudanza... —. Murmuró la joven algo nerviosa porque ya casi llegaban.

— Ay, godita, no va a pasar nada, vos tranqui.— Sonrió el viejo despeinando su pelo, a lo que ella solo rió y asintio con una sonrisa pintada en su labios.

Volvió a reposar su cabeza en la ventanilla de el auto, viendo como poco a poco se iba acercando más a el barrio, Fernández lo vio algo un poco lindo según ella, intento imaginar cómo iba a ser el departamento en dónde viviría, ¿sería feo?, se preguntaba.

Al llegar, su papá estaciono la camioneta allí cerca, y Lu bajo de el auto, algunas miradas de la gente de allí se desviaron a ella, se notaba que no era una chica de ahí, y más por su ropa, tenía un short de jean con una musculosa blanca y campera roja, con sus converse blancas, que además se veían algo nuevos. Sin darles importancia, ella se volteo para ver una mini canchita de fútbol, dónde ahí estaban jugando un par de pibes, uno de ellos le llamo bastante la atención, era un poco más alto que ella, con su pelo castaño, su piel blanquita y se notaba que sabía jugar muy bien a la pelota, había quedado imnotizada mirándolo jugar.

— Che nena, ¿vo' pensa' en ayudar a tu viejo?— dijo con un poco de acento y sonriéndole mientras el agarraba unas cajas.

Ella se dió vuelta con una sonrisa.— Si gordo, perdóname...—. al decir eso, empezó a ayudarlo a subir cajas a el depto, que algo lindo era.

[...]

— Che Uruguayo, mira ahí...— Habló Carlitos, mientras estaban descansando de el mini partido, señalando a Lucia que estaba agarrando una caja de la camioneta.

— ¿Y esa quien e'? — Danilo la miraba con el ceño un poco fruncido.

— Ni idea...— Murmuró Carlitos sin importancia y los dos volvieron a jugar, sin prestsrle más atención a la joven.

Ella, por su lado seguía agarrando cajas con sus cosas, pero antes de subir las escaleras, su mirada se fue a ese grupito de chicos jugando, estaba tan entretenida, hasta que noto como dos chicos, uno morichito y el otro blanquito (el mismo de antes), la estaban mirando. Avergonzanda, aferró la caja a ella y rápidamente se dispuso a subir las seis escaleras que la llevaban a su departamento.

Ahí adentro, empezaron a decorar el departamento el cual era como todos los demás, pero algo lindo. Al terminar, Lu se encerró en su cuarto mientras se sentaba en un escritorio frente a una ventana, y en su cuaderno empezó a trazar líneas coloridas sin sentido.

¿𝐐𝘶𝘦 𝘰𝘯𝘥𝘢?, ¿𝐂ó𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘵á𝘴? - Danilo Sánchez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora