"el baño del cine"
Patrick agarró su mochila, el zumbido del cierre resonando en el silencio casi absoluto de la casa de Hockstetter. Metió un par de botellas de agua y unos bocadillos—provisiones que sabía que los ayudarían a sortear los precios extorsionadores del cine. Los chicos salieron rápidamente, como sombras alargadas que se deslizaban en medio del caluroso verano de Derry, camino al punto de encuentro de los Bowers.
La casa de Patrick quedaba cerca del Puente de los Besos. A esa hora, las calles parecían un campo desierto; las hojas de los árboles se mecían, acompañando un silencio espeso solo roto por la leve brisa caliente que asolaba la ciudad desde hacía días, una calma que prometía quebrarse en cualquier momento, como un vidrio demasiado fino. El sudor caía por la frente de Henry en un hilo lento, incesante, mezclándose con la mugre y el polvo de la calle, dándole un aspecto vagamente febril.
Pasearon sin prisa bajo el cielo despejado, la humedad pegándose a ellos como una prenda mojada, casi burlándose de su aguante. El calor estaba casi vivo, envolviéndolos con un abrazo apretado, el tipo de abrazo que no puedes esquivar, uno que te deja la piel empapada y los pensamientos oscuros.
Finalmente, Patrick notó a Victor y Belch a lo lejos, platicando en una esquina en penumbra. Al notar la llegada de Henry y Patrick, ambos giraron, como si un instinto les advirtiera de la presencia de algo peligroso. Henry les dirigió un saludo breve, su tono tan inusualmente calmado que los otros dos intercambiaron una mirada.
—¿Tienen dinero? —preguntó Henry de forma abrupta, con una chispa de algo casi calculador en los ojos.
Belch rebuscó en sus bolsillos, sacando unos billetes arrugados y húmedos, tan gastados y sucios que uno casi podía imaginar que los billetes mismos preferirían no ser tocados. Patrick apenas reprimió una mueca de asco, pero extendió la mano para recogerlos.
—¿Y tú, Victor? —preguntó, acercándose de una forma que hizo a Victor estremecerse, sintiendo el aliento caliente de Patrick rozarle la oreja como una promesa velada, o tal vez como una amenaza.
Victor, con algo de nerviosismo, sacó también un puñado de billetes, contándolos uno por uno, sin dejar de mirar de reojo a Henry, quien parecía estudiarlo como si fuera algún espécimen extraño que acabara de encontrar en una charca.
—¿Qué quieren hacer? —preguntó al fin Victor, su voz temblando ligeramente.
—Ir al cine —respondió Henry. Su mirada, dura y casi despectiva, les dejó claro que no había otra opción.
Aceptaron en silencio y comenzaron a caminar, formando una fila desordenada que avanzaba bajo el sol despiadado. Los otros chicos en las calles—los que eran demasiado jóvenes para meterse en problemas, pero lo suficientemente inteligentes para entenderlos—los miraban con el mismo desprecio de siempre, un desprecio que Henry aceptaba con una especie de orgullo retorcido.
Para cuando llegaron al cine, las camisetas de los chicos estaban empapadas en sudor, sobre todo la de Henry, quien parecía haberse ganado su propia atmósfera de olor agrio y humedad. Patrick se detuvo ante la cartelera y señaló la película de terror recién estrenada, una que había prometido ser tan aterradora que casi sentirías el aliento de algo oscuro susurrándote al oído.
Se sentaron en la acera, sobre el pavimento ardiente, mientras esperaban que se acercara la hora de la función.
—¿Han estado estudiando? —preguntó Victor de repente, la única voz de responsabilidad en el grupo.
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Ultraviolence // Henpat
Teen FictionTodos estos sucesos estaban ocurriendo en el humilde y pequeño Derry, el lugar donde pasan un montón de cosas extrañas, niños perdidos, asesinatos, entre otras cosas. Dentro de este pueblucho se encuentra Henry Bowers, el chico que se ganó el títu...