Capitulo 11¡!

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Habían pasado horas y horas de que Patrick había atravesado la puerta de la habitación de Henry. Pensó que volvería a buscar sus cosas, pero no fue así.

   Patrick se había ido y Henry había quedado solo en su casa, Bowers se había quedado dormido luego de que el pelinegro se haya ido, pensaba que iba a pasar lo de siempre, que iba a regresar y lo iba a perdonar sin ningún tipo de resentimiento. Pero al parecer Patrick no lo hizo.

A la mañana siguiente su padre había llegado enojado a su casa. Apenas entró azotó la puerta con intensidad, ese ruido hizo que Henry se despertara asustado. De la nada el tipo comenzó a gritarle desde la cocina, estaba completamente eufórico y cegado por un enojo que no tenía ningún tipo de trasfondo. Subió las escaleras y abrió la puerta del cuarto de Henry, lo agarró del pelo, tirandolo contra la pared y ahí comenzó a golpearlo intensamente contra el frío cemento mal revocado de uno de los muros de ese cuarto. Practicaba cualquier tipo de violencia física, rozando casi la tortura con el cuerpo de su hijo y ni siquiera le importaba las secuelas que este maltrato podría causarle al chico.

La sangre manchó las paredes, ese líquido rojo salía de todas partes, de su boca, su nariz y parte de su cabeza que su padre había golpeado de una manera media peligrosa. Gracias a uno de los golpes que recibió su cuerpo quedó inerte por un par de horas.
Henry se despertó y notó que había quedado tirado en el suelo, levantó un poco su cabeza, la cual le dolía como nunca y miró hacia la ventana de su habitación. Al verlo se quedó congelado, había un globo rojo brillante que flotaba en el aire. Al poco tiempo ese pedazo de plastico flotante se fue con el viento.

Tenía un malpresentimiento de lo que significaba ese globo, por alguna razón pensó que ya lo había visto en otra situación. Y ahí recordó la tarde en la que vio a esa especie de payaso parado entre los pastizales. Se preguntó a sí mismo si es que eso era alguna señal de que su salvación ya estaba cerca. Tenía mucho miedo, pero a su vez ya no tenía nada que perder, tal vez entregarse a ese ente no era tan mal.
Ya sé había cansado de que el maltrato fuera algo rutinario, un escenario que se repetia una y otra vez, pensaba que esto iba a seguir hasta morir en manos de su padre. Pero obviamente Henry no iba a dejar que esto sucediera.

Se levantó del suelo con muchísimo dolor y fue caminando hasta el baño a paso lento. Llegó y se quedó un rato sentado en el retrete, algo le decía que ese día iba a ser inusual. Se paró del retrete y encendio la ducha, se metió debajo de ese chorro frío y dejó que las ideas de su cabeza se fueran con el agua. Toda la suciedad y sangre se desprendió de su cuerpo, salió del baño desnudo y se aproximó hacia su habitación, buscó ropa cómoda y mientras se la ponía nuevamente miró por su ventana, pudo presenciar como ese globo rojo seguía volando por los aires, y como poco a poco este se iba alejando aún más de su vista. Se quedó quieto mirándolo un rato largo, tratando de desifrar hacia donde iba ese globo infantil, al poco tiempo se dio cuenta que se dirigía hacia los pastizales donde vio a ese payaso. No lo dudó mucho y bajó corriendo las escaleras, agarró las llaves que estaban sobre la mesa y salió a su patio.

Caminó hacia el centro del enorme lugar y miró hacia arriba, el cielo estaba completamente nublado, cosa que le pareció muy rara, ya que cuando vió como el globo se iba alejando el cielo estaba completamente despejado y muy soleado. No le tomó tanta importancia ya que tenía que apurarse, asi que luego miró hacia los costados, y pudo reconocer la valla que había saltado hace un par de días antes de ver al payaso. Se dirigió corriendo con dificultad hacia esa valla y la saltó con mucho esfuerzo, al estar fuera de los limites de su casa se sentía muy inseguro, entonces para vencer su miedo fue apurado hacia el lugar donde había visto a ese ser inusual. Corrió por el pastizal desesperado, pero no había ni una sola señal de que algun ser pudiera haber transitado por esos lugares, nada ni nadie. Estaba solo y parado en el medio del campo, aún así no se iba a rendir. Siguió caminando, pero ahora un poco más lento, ya que los golpes le seguían doliendo y le impedían seguir al paso en el que iba. Se había perdido entre tanto pasto y ya no sabía ni siquiera dónde estaba, quería parar pero algo le decía que debía seguir.

Ultraviolence // HenpatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora