Capítulo 9 ☀️

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Para mi primera mañana en Bali, se me dio por madrugar. Me levanté de la cama cerca del alba. El Jet Lag me había robado el sueño y lo único que conseguí durante las cuatro horas que estuve en cama fue mirar al techo como un zombi. Mi mente divagaba como una máquina vieja que ha perdido el control.

El amanecer me atrapó en el rellano de la villa mientras me anudaba los cordones de las zapatillas deportivas de correr. Me encasqueté lo auriculares inalámbricos y pulsé en mi playlist deportiva. Runaway Baby del maestro Bruno Mars le aportó un extra al paisaje colorido que cubría el cielo. Una explosión armónica de colores rosados y naranjas se entretejían a medida que el sol iluminaba el día y la luna se iba a su descanso. Su turno había culminado. Ardua noche de atestiguar a todos aquellos turistas que amanecían tirados en la playa y los bares hechos añicos.

En cuanto acabé de trotar, tenía el cuerpo bañado en sudor. Me había quitado la camiseta deportiva y ahora colgaba de mi hombro casi a exprimir. Chequeé en mi reloj para ver la cantidad de pasos y calorías que había consumido. 2 kilómetros en media hora. No había estado mal, considerando que llevaba alrededor de cuatros días sin hacer ejercicio. Me propuse hacer medio kilómetro más antes de irme a dar una ducha y desayunar algo. Estaba famélico.

—¡Frank! —No lo escuché, pero pude leer sus labios cuando James echó a correr hacia mí desde su villa. También se había puesto un short de mezclilla y una franelilla holgada.

Me quité un auricular, más no detuve mi trajinar.

—Buen día, James.

—¿Has podido dormir? —me inquirió, tratando de moverse a mi ritmo. La respiración le silbaba entre los dientes y no pude evitar fruncir el ceño. Venga, que apenas estábamos moviéndonos a caminata moderada.

Señalé mi rostro con un dedo.

—¿A ti qué te parece?

—Pues que no mucho. —Me observó de refilón—. Pero esta noche de seguro podrás. Ya con el tiempo te acostumbras a estos trotes. —Inspiró con fuerza a mi lado como si fuese a darle algún ataque.

—Seguro que sí.

—En fin... necesito hablarte de algo importante —comentó casi al borde de desmayarse.

—Soy todo oídos.

—¡Bien! El tema es que... he visto como te llevas con la hermana de Val. Y no sé qué mierda sucedió entre ustedes dos, pero tienes que dejarlo en el pasado. —Y tan pronto soltó aquello se detuvo.

Lo noté un minuto después. De hecho, tal vez lo había notado al instante. Pero sus palabras me nublaron la mente.

Frené mis pasos y miré hacia el frente. En una hilera de bares, un par de personas se encontraban limpiando todo el desastre que habían dejado las personas la noche anterior. El cielo ya se había aclarado por completo y el brillante sol me apuntaba de lleno en los ojos.

El verano que nos juntó © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora