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—Buenos días —murmuro, aún adormilada, deslizando mis pies por el suelo con los ojos apenas abiertos, familiarizada con cada rincón de mi hogar. Mi atención se posa en una figura que prepara algo en la encimera de la cocina.

—Buenos días, cariño—me saluda, volteándose y recargándose contra el mueble, contemplando mi apariencia matutina sin pretensiones. —¿Te desperté? —pregunta con tono preocupado mientras me acerco a la cafetera, seleccionando una cápsula de café de intensidad nueve.

—No, me desperté por mi cuenta —aseguro, colando la cápsula. Y mientras el café se prepara, tomo un vaso de agua. —¿A qué hora es el partido? —consulto, atrayendo su atención de nuevo.

—A las cuatro de la tarde —informa. —Aún tenemos tiempo —añade, sacando dos tostadas de la tostadora. —¿Cómo las prefieres? —me pregunta, observándome detenidamente.

—No estoy segura de lo que hay en la nevera —digo, abriendo el mueble y deteniéndome para examinar su contenido.

—Lía, mi amor —Oigo la voz del futbolista a mi lado. —Todo está aquí —dice de manera obvia, y cuando me vuelvo después de cerrar la nevera, sé que apenas se está conteniendo la risa. —¿Qué te parece una tostada de aguacate con jamón? —propone, y asiento, conforme con su elección.

—Puedes dejarlo, puedo prepararlo yo misma —le aseguro, presionando el botón para iniciar la preparación del café.

—No, ya que estoy haciendo la mía —se niega, continuando con sus quehaceres.

No insisto más y me concentro en el café que se está preparando, añadiendo una cucharada de azúcar. Al darle un sorbo, Pedri ríe abiertamente cuando la espuma de café queda en mi labio superior. Deja mi desayuno cerca y antes de que pueda quejarme, me da un beso rápido, llevándose algo de la espuma.

Me dirijo hacia la mesa de la cocina-salón, observando cómo Pedri se mueve con determinación por mi cocina. Contemplo su espalda, definida y marcada por los entrenamientos en el club, diseñados para incrementar su masa muscular y evitar lesiones. Cada vez que lo veo así, no puedo evitar pensar: "Bendito fútbol"

—Tengo dos sesiones de fotos la semana que viene —me informa cuando se sienta a mi lado a desayunar.

—¿Mi novio es modelo? —bromeo, con una sonrisa divertida.

Pedri se ruboriza ante mi respuesta y niega rápidamente.

—¿Para qué son? —vuelvo a preguntar.

—Uno es para una colección de ropa —responde, y asiento con conocimiento sobre el tema—, y la otra es para una revista de salud.

—¿Una revista de salud? —repito, frunciendo el ceño, confundida.

—Sí, trata  sobre el cuidado personal y esas cosas —explica, de manera poco esclarecedora.

Terminamos de comer mientras Pedri intenta explicarse mejor, aunque está algo perdido en cuanto al compromiso que tiene con la revista. Se limita a invitarme para ir a verle hacer las fotografías, y aunque le aseguro que intentaré acompañarle, aún no conoce los horarios concretos y yo no puedo dejar mi trabajo para ir a verle, por más que me gustaría.

Entre los dos, recogemos todo lo ensuciado y se hace más sencillo entre dos personas. Mientras me dirijo al baño para ducharme, escucho como Pedri se queda en el salón, encendiendo la consola que él mismo compró para jugar desde mi casa.

—¿Te compraste un juego?

Con la puerta del cuarto de baño cerrada, escucho su grito. La abro y camino a paso rápido hasta el sofá.

Sueños compartidos IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora