Capítulo 2

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Sin una pizca de calor

Si pudiera estar junto a ti de nuevo, pararía el tiempo y lo haría eterno.
Entraría al fuego para salvarte, daría mi vida para protegerte.
Te seguiría hasta el fin del mundo y hasta la muerte.
Pelearé mil guerras para poder tenerte.

Los siguientes tres años para el príncipe, después del nacimiento de su hermana la princesa Eiredin, siguieron completamente igual, nada había cambiado, el seguía en esa misma habitación sin poder salir, por qué su padre consideraba que era una gr...

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Los siguientes tres años para el príncipe, después del nacimiento de su hermana la princesa Eiredin, siguieron completamente igual, nada había cambiado, el seguía en esa misma habitación sin poder salir, por qué su padre consideraba que era una gran pena que se mostrara a las personas, la indiferencia de su padre y el despreció que sentía por su persona, ponía muy triste al príncipe, su padre ni siquiera lo miraba a los ojos, y ya no tenía afecto para ofrecerle, solo actuaba con frialdad y rigidez frente a el, el príncipe Eilert ya había olvidado como era el mundo exterior pues esos tres años los había pasado encerrado en su alcoba, a su padre no se le había pasado la decepción de tener un hijo que no portaba poder alguno y siempre que tenía la oportunidad le recordaba lo inútil que era, claro que no era culpa de el pero, Eilert se sentía tan culpable e inútil, por qué además de no tener magia, su cuerpo no portaba capacidad física y en el arte de la espada solo era un fracaso, otra razón más por la cual su padre se sentía tan decepcionado de el.
Hoy era su cumpleaños número catorce y como siempre solo miraba por su abarrotada ventana el inmenso y tenebroso bosque, detrás de su puerta solo se escuchan los pasos de la servidumbre alborotada y apurada por las decoraciones del cumpleaños de su hermana que cumpliría años en unas semanas después que el, el príncipe solo suspiró pesadamente recargando su mentón en su mano mirando algunos pájaros volar en el cielo, sentía un gran vacío que su corazón anhelaba llenar.
Le dolía, le dolía mucho el despreció de su padre, sin contar que poco a poco su madre también termino odiandolo, el calor que sintió hace mucho tiempo cuando sus padres aún lo querían había desaparecido y su corazón solo moría de frío, poco a poco se congelaba y solo se sentían escalofríos.

Le dolía, le dolía mucho el despreció de su padre, sin contar que poco a poco su madre también termino odiandolo, el calor que sintió hace mucho tiempo cuando sus padres aún lo querían había desaparecido y su corazón solo moría de frío, poco a poc...

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Mientras que el príncipe sufría una agonizante y fría soledad de la que nadie en suhnkoree sabia, en el pueblo de suhnkoree y en todo el continente, aún prevalencia la esperanza de encontrar aquellas reliquias, entre más pasaba el tiempo más desesperada era la búsqueda por ellas.
Los reinos entraban en conflictos por las mismas llegando a desatar pequeñas guerras entre pueblos o disputas entre los reyes, así como también personas llevadas al borde de la locura por el deseo y el desespero por encontrarlas y poder dominar el mundo.
Bueno pero no todo estaba centrado en las reliquias, en los últimos días en el pueblo un bandido al cual nadie le había visto el rostro había cometido varios robos en los mercados y los bancos.
-¡Ey, vuelve aquí detengan a ese asqueroso ladrón!-
El vendedor de aquel mercado gritaba tratando de que alguien detuviera al hombre que le robo, unos guardias que custodiaban el lugar corrieron tras de el pero, después de tanto correr no pudieron alcanzarlo y lo perdieron de vista.
-Eso fue demasiado fácil-
Dijo aquel ladrón con una sonrisa triunfante en el rostro mientras se quitaba el gorro de la capa que portaba y seguro se preguntarán ¿Quién carajo es aquel chico misterioso?, pues en su aldea que era poco conocida en el reino lo conocían como...
-¡Boden!-
Una pequeña niña de cabellos castaños salió corriendo de aquella vieja choza, Boden la cargo entre sus brazos dándole un fuerte apapacho.
-Hola mi enana favorita-
La pequeña río enterneciendo a Boden.
-Dime ¿que nos trajiste hoy?-
Los ojos de la niña se iluminaron con ilusión esperando la respuesta de Boden.
-Hoy conseguí un par de verduras, prepararé un rico estofado para la cena comeremos muy rico está noche-
La niña chillo emocionada y bajo de los brazos de Boden para correr con los demás a avisar que esa noche si cenarían algo muy delicioso.
Boden había estado bagando solo por el mundo, sin alguna razón, no tenía padres, había crecido en una casa de acogidos y cuando cumplió catorce años lo echaron a la calle, pero un muy buen día encontró a los tres niños de los cuales ahora se hacía cargo y por supuesto se ganaba la vida robando para poder alimentarlos, el sabía perfectamente lo que se sentía estar solo y por eso decidió acogerlos en la vieja choza donde vivía, era agradable tenerlos y no se sentía sólo, ahora vivía para poder darles una vida buena aún que solo era robando, eran su familia y vivían muy felices.

Boden había estado bagando solo por el mundo, sin alguna razón, no tenía padres, había crecido en una casa de acogidos y cuando cumplió catorce años lo echaron a la calle, pero un muy buen día encontró a los tres niños de los cuales ahora se hacía...

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Y en efecto esa noche todos pudieron irse a la cama con sus estómagos llenos y muy felices, pero, oh si claro siempre hay un pero.
A la mañana siguiente los gritos de sus tres hermanitos lo despertaron, exaltado, se levantó lo más rápido que pudo para ver qué sucedía, se topo con la sorpresa de que un carruaje donde se llevaba a prisioneros, estaba subiendo a los niños a la fuerza.
-¡Boden, por favor sacanos de aquí!-
Grito el mayor de los tres pequeños, estaban asustados porque no sabían nada de lo que estaba pasando.
-¿Qué hacen? ¡no pueden llevarse a mis hermanitos!-
Boden corrió lo más rápido que pudo para poder liberarlos, más, dos de los hombres lo detuvieron sujetando sus brazos con fuerza.
-Recibimos quejas de que estos pequeños bastardos hacen muchos desastres y alboroto en la aldea-
Por supuesto que no Boden los conocía perfectamente, sabía que sus pequeños no harían nada malo nunca.
-Eso es mentira, ¡a dónde los llevan!-
Boden estaba tan alterado que tratando de liberase, golpeo a uno de los hombres desencadenando así una pelea para que no se llevaran a sus pequeños, bueno, esto fue completamente inútil por qué los cuatro hombres eran más fuertes que el, rápidamente lo dejaron inconciente por los golpes que le habían dado, podía ser ágil pero fuerza no tenía mucha aún que si se había defendido un poco.
Antes de cerrar los ojos por completo solo pudo ver cómo el carruaje se alejaba con los pequeños.
Para cuando despertó y quiso buscar a sus pequeños ya no había rastro de ellos, se habían ido, más bien se los habían arrebatado y eso lo había dejado con un enorme vacío, porque eran su única familia y los había perdido.

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