Un príncipe a quien condenan encerrandolo en una fría habitación y un dragón a quien le arrebataron todo incluso la persona que amaba, ambos que tras pasar mucho tiempo en la soledad, un día sus corazones se encuentran y tras convivir, se dan cuenta...
Si mi vida dependiera de verte una sola vez, correría el riesgo, porque no tengo temor cuando se trata de amor Porque el sentimiento es más fuerte y de amarte no me arrepiento Es por eso que vencería al tiempo y derrotaría cualquier contratiempo.
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Algo nuevo crecía dentro de sus corazones, Eilert le platicaba al dragón como era su vida en el palacio y como es que había cambiado el día que decidió escapar para dar paseos por el bosque y Larson, Larson solo era Larson, el dragón no le prestaba ni la más mínima atención al príncipe o almenos eso era lo que demostraba por fuera, por dentro el dragón quería matar a todos los que trataron mal a su cachorro, un sentimiento de querer protegerlo creció en su interior y no sabía porque, Larson no había sentido ese sentimiento desde hace mucho tiempo, el pequeño príncipe le recordaba tanto a el. Justo ahora Eilert estaba dormido en su cola, Larson solo lo miraba, estando así el príncipe se veía mucho más frágil, el dragón no sabía ni siquiera porque le permitía estar dormido arriba de su cola, no sabía porque pero le encantaba cumplir los caprichos de aquel ser tan pequeño, frágil e inocente, su cachorro era demasiado amable también, y nunca le faltaban las palabras habladas con tal elegancia y delicadeza que te hacían sentir sumamente bien. Larson salió de sus pensamientos cuando Eilert comenzó a despertar, cuando el príncipe por fin pudo abrir sus ojos miro al dragón, le dedico una linda sonrisa y después bostezo. Esto derritió un poco el frío corazón de Larson, porque claro, todo en el era fuego menos su apagado corazón que Eilert poco a poco volvía a encender, no sabía porque le recordaba tanto a el y cuando lo recordaba a el lo poco que Eilert lograba encender se apagaba de inmediato. —Hola, perdona por quedarme dormido en tu cola— Eilert se levanta y camina hasta el gran ventanal para obcervar las nubes como siempre solía hacer desde que llegó ahí. —Me da igual— contesto el dragón de manera desinteresada. —Hoy si podemos salir— el príncipe lo miró suplicante. —No, entiende niño y ya deja de insistir solo me fastidias— el dragón se enroscó dándole la espalda al príncipe, el cual solo asintió con un movimiento de cabeza. Eilert con cuidado camino fuera de aquel salón mientras sus lágrimas invadían sus azulados ojos, nada le costaba ser un poco amable(pensaba Eilert).
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