Cristal roto

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Siempre pensé que Soobin era un idiota completamente, se la pasaba perdiendo el tiempo, si no estaba tocando el chelo estaba dibujando en otro sitio, lo recuerdo porque las personas se detenían a verlo sentado en el suelo mientras dibujaba, eso me molestaba, odiaba ver que había gente tan irresponsable y buena para nada.

Caminaba saliendo de casa, recuerdo que la primera nevada del año llegaba, amaba la nieve y en Corea siempre que nevaba salía con mis amigos a la calle solo para recibir la nieve en mi cabello y probar su sabor, ahora nevaba de nuevo y desearía que Lía pudiera verlo, que disfrutara de todo eso.

Caminé en dirección al supermercado donde siempre estaba Key, él siempre recibía lo que llevaba e incluso mi madre comenzó a prepararles comida para que mantuvieran sus estómagos llenos, eso al menos era ayuda para nosotros porque confiaban su comida a cambio de que preparásemos lo que ellos tenían crudo y todos nos beneficiábamos de ello.

—Hola Key,¿ puedo llevar algo de carne?

—Claro— dijo abriendo la bolsa con comida que llevaba, era un caldo oloroso que incluso atrajo a las personas de alrededor— huele a que hoy vamos a comer y mantener el calor aquí.

—Espero les guste es algo que preparé con mucho cariño— dije sacando carne del refrigerador.

Tomaba los paquetes que llevaban más, quizá podían ser muy bondadosos pero mi hermana necesitaba comida porque sabía que el cambio de clima la pondría mal de salud, Lía siempre se enfermaba en esas fechas.

Tomé lo que podía llevar en mis manos, luego comencé a caminar por donde siempre iba hacia mi casa, de pronto los vi.

Llevaban el uniforme del ejercito contrario, mis ojos se abrieron y me escondí en algún sitio, ya ni recuerdo donde fue, solo que mis pulmones estaban presionados, mi respiracion era acelerada, apenas podía pensar.

Disparos se escucharon al aire, me escondí en algún punto del cual quizá no podría salir, la madera me lastimaba los hombros, mi pecho quedaba bastante presionado y odiaba mucho los lugares reducidos, pero no podía hacer nada, recuerdo que las verduras comenzaban a pesar, la carne quizá se derretiría pero los disparos eran lo que me mantenía escondido a pesar de todo lo demás.

Gritos, disparos, súplicas incluso, vi a varios correr frente a donde estaba, mis ojos se cerraban deseando ser invisible para ellos cada que pasaban, apenas pude ver a unos niños correr, luego un hombre con uniforme hacer lo mismo mientras su arma soltaba balas, mismas que sonaban ahogadas.

Luego supe que se ahogaron en el pecho de un niño, uno de los que recordaba en el supermercado.

El mismo que me entregó el pan aquel día.

Me preguntó mil veces si las personas que conocemos estarán aquí mañana, si aún respiran en algún sitio de la tierra, si les espera un destino peor que el mío, eso lo aprendí desde que todo comenzó.

No te puedes aferrar a nadie, porque mañana ya no estarán con vida.

O quizás tú ya no estarás con vida siendo el siguiente en la lista.

Pasaron minutos que parecían horas, horas que se alargaban más y más, dicen que cuando no disfrutas el tiempo este parece eterno, pero eso ya no era eternidad, parecía infinito.

La noche cayó, lo último que pude escuchar de ellos fue los motores de autos, quizá tanques que se iban, salí de mi sitio viendo a ambos lados del callejón, me lastimé la mejilla cuando salí pero era lo de menos, en esos momentos mis dolores eran otros.

Corrí a casa, ya ni recuerdo si ellos estaban allí, no me importaba, debía saber que ella estaban bien, que mi miedo no era más que eso, miedo.

La oscuridad no me dejaba ver bien, bajé lentamente, la luz estaba apagada, la encendí un poco asustado, desearía nunca haberlo hecho.

Mi madre estaba abrazando a Lía, un charco de sangre bajo sus cuerpos en una esquina abrazándose, dudaba de quien había muerto primero y era en lo que menos pensaba, solo... pensaba que mis únicos seres queridos habían muerto, lo último que me quedaba en todo ese desastre, ya no estaba.

Mi madre abrazaba a su hija cariñosamente, me acerqué lentamente aún sin poder calmarme, mis ojos perdían la visibilidad, me dejé caer, estaba sobre la sangre pero no me importaba, abracé el cuerpo de mamá, llevaba una cortada en el cuello, se había desangrado.

Lía, ella tenía una bala en la frente, ni siquiera me importaba pero en esos momentos todo era preguntas y preguntas sin respuestas.

Cuestionaba mil veces por qué ellas habían sido asesinadas, ellas nunca hicieron nada malo, un dolor en el pecho se implantó, mismo que me callaba el llanto, siempre fui de llorar en silencio, simplemente hacerlo en voz alta me era imposible.

Debía agradecer porque así era.

—Creo que alguien entró— dijo alguien en el piso de arriba.

Escuché sus pasos en el piso principal, traté de pensar, dejé a un lado los cadáveres de mi madre y hermana y fui a apagar la luz.

Bajaron lentamente como si quisiera atrapar una presa, eran tres, recuerdo que no eran militares, sino personas comunes, uno llevaba un arma, estaba seguro que fue quien disparó a Lía, el otro un machete y el tercero era tan enorme que dudaba necesitara un arma para atacar.

—Jack revisa por la derecha yo por la izquierda y Milan ya sabe.

Como pude me acerqué a las escaleras de la salida, mi mente era un nudo de pensamientos, son esos momentos lo que te hacen dejar todo, cuando ni siquiera sabes para qué corres, solo lo haces por una necesidad, por mero instinto.

Solo recuerdo el sonido de la puerta, la ventana que dejaba ver la luz de la luna y el calor que llenaba todo mi cuerpo mientras mi cerebro enviaba mil ordenes a todo el cuerpo lleno de miedo, miedo que quizá me mantendría con vida.

O quizá me aniquilaría en el mismo instante.

Un disparo al aire, luego otro y unos dos más hasta que estaba demasiado lejos para escucharlos, sentía que corría en vano, que me atraparían en cualquier momento, eran ellos o los soldados.

Los edificios parecían enormes, mis ojos no podían detallar nada de estos, las calles apenas iluminadas eran el mejor escenario para el terror que llevaba encima, ya ni siquiera pensaba si me seguían, solo un "corre" estaba implantado en algún punto de mi mente.

Lo demás fue borroso, un extraño frío me hizo detenerme, estaba cerca de una casa, recuerdo acercarme a la puerta ya que parecía abandonada y era el sitio perfecto para esconderme.

Pero caí al suelo chocando con esta sin lograr que se abriera, mi respiración era acelerada pero estaba tan débil que ni siquiera mis manos respondían, el dolor en mi pierna era insoportable, ahora sabía que una bala había fallado pero no pensaba que esa falla me dañara a mí.

4/5

<3

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