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Responsabilidad civil (n.): Obligación que nace de las acciones u omisiones.

Una semana después.

POV LISA.

Solo había una cosa en la que Durham no podía compararse con Nueva York: los juzgados. Los abogados de Nueva York se tomaban su trabajo en serio, estudiaban minuciosamente los casos durante la noche anterior, preparaban las defensas a la perfección y representaban sus casos con orgullo.

En Durham, los abogados no hacían nada, y en un momento como ese, en el que escuchaba a la joven abogada de la acusación con vergüenza ajena, casi echaba de menos aquellos días en la Gran Manzana.

Por otra parte, no estaba prestando demasiado atención a los procesos que se desarrollaban ante mí. Estaba demasiado ocupada pensando en Jennie y en todas las veces que habíamos follado en mi despacho esa mañana.

Intercambiamos los habituales “Buenos días, señora Manoban”, “Buenos días, señorita Kim” mirándonos a los ojos mientras ella me dejaba el café.

Entonces abrió su voluptuosa boca para añadir algo más, y lo siguiente que supe fue que enredaba los dedos en su pelo y la empujaba contra el escritorio.

Me la tiré sin piedad desde atrás mientras le acariciaba el clítoris hasta que se derrumbó exhausta sobre la alfombra.

En ese momento, le separé las piernas y devoré su coño.

Al parecer era completamente insaciable en lo que a Jennie se refería, y solo era necesario que estuviera con ella cinco segundos para perder cualquier tipo de control.

Ni siquiera tenía sentido contar cuántas veces más habíamos follado…

—Como se puede ver… —La voz de la abogada interrumpió mis pensamientos —, damas y caballeros del jurado, todas las pruebas que he presentado demuestran que…

—¡Protesto! .—Ya había tenido suficiente—. Señoría, la última vez que miré, se trataba de una audiencia previa, no de un juicio. ¿Por qué la señorita Kline se dirige a un jurado que no existe?

La jueza se quitó las gafas.

—Señorita Kline, a pesar de que no suelo estar de acuerdo con la señora Manoban, en esta ocasión tiene razón. ¿Ha terminado ya de presentar sus pruebas? ¿O tiene un alegato final para el jurado?

—Lo tengo, señoría.—replicó ella, hinchando el pecho como si estuviera presentando el caso del siglo.

—Señora Manoban… —La jueza me miró—. ¿Le importaría sorprenderme hoy refutando alguna de las pruebas presentadas?

—No, señoría.—Esta audiencia era una pérdida de tiempo, y ella lo sabía tan bien como yo.

—Entiendo… —Se puso las gafas de nuevo—. Queda constancia de que, aunque la acusación ha presentado una gran cantidad de pruebas, el tribunal no encuentra evidencias suficientes para justificar un juicio. — Dio un golpe con el mazo y se puso en pie.

La señorita Kline se acercó a mí y me tendió la mano.

—Bien, voy a presentar una apelación en cuanto obtenga más pruebas. Pronto nos volveremos a ver, ¿verdad?

—¿Me lo está preguntando o lo está afirmando?

—Su cliente ha cometido un fraude, señora Manoban. —Cruzó los brazos—. Alguien tiene que pagar por ello.

—Nadie lo hará si es usted la abogada de la acusación, ¿verdad? .— Metí los documentos en el maletín—. Estaré esperando su próximo movimiento. Y sí, tiene que encontrar más pruebas, puesto que la jueza ha dictaminado que las que ha presentado no son suficientes.

Una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora