8. La primera fiesta

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Me miré una vez más al espejo para asegurarme de que iba perfecta. Yo solo quería causar buena impresión.

¿Qué pensarán de mi? ¿Es demasiado ajustado el vestido? ¿Me sienta bien el rojo? ¿Es demasiado arreglado? ¿Pensarán que soy una puta así vestida? ¿Me cambio?

Mi cabeza empezó a ir a mil por hora. Bayona dijo perfectamente que era una fiesta de gala y que teníamos que ir con nuestras mejores prendas, ya que había que celebrarlo a lo grande. Yo decidí ponerme mi vestido que escogí para mi graduación de bachiller. Hacia años que no me lo ponía y solo lo había usado una vez. Era de color rojo burdeos con una tela que brillaba. Era largo con una apertura en el lado izquierdo, ajustado a la cintura y de tirantes con la espalda abierta. En cuanto a maquillaje había elegido algo simple. Llevaba unas sombras marrones con un delineado negro que hacía resaltar el azul de mis ojos. Pensé en llevarlos así, pero opté por ponerme las lentillas marrones que siempre llevaba, con las cuales todos me habían conocido. Nadie sabía que tenía los ojos azules. Pero los odiaba con toda mi alma, ya que eran casi iguales a los de papá y me recordaban a él. Igualmente hubiera sido muy raro ir sin las lentillas. Tras ponérmelas me puse mis tacones negros y mi collar dorado que tenía mi nombre colgado. Finalmente, me pinté los labios con un gloss rojo y me solté el pelo, dejando mostrad mis ondas esta vez hechas con una rizadora. Cogí mi bolso negro y me dispuse a ir hacia la puerta. Justo antes de tocar el pomo para abrirla llamaron a la puerta. Entonces abrí. Ahí estaba Juani. Me miró de arriba a abajo, como si estuviera haciendo un escáner completo de mi cuerpo, y se quedó con la boca abierta.

—Dios mío, estás hermosa.—dijo sin dejar de mirarme.

De repente, note como mis mejillas empezaron a cambiar a un color rojo intenso y bajé la cabeza sonriendo.

—Gra-gracias... tú también te ves muy bien.—le respondí, apenada. El se río.

Juani llevaba un traje de etiqueta negro con una camisa blanca y una corbata que, casualmente, hacía juego con mi vestido. La verdad es que fui sincera. Este traje le quedaba muuyyy bien.
Demasiado bien.

—¿Preparada?—dijo Juani, estirando el brazo para que lo agarrara.
—Yo asentí y pasé mi brazo por detrás del suyo y finalmente me agarré a su bíceps.—Vamos.

Fuimos al ascensor y tocamos el botón -1. Al abrirse la puerta una vez llagada la planta contemplamos un salón enorme abierto con muchas mesas y un montón de gente. Nos dispusimos a entrar y empezamos a buscar a los chicos. Andando un poco perdidos por esa lujosa sala de pareces oscuras y luces preciosas nos encontramos a Bayona.

—¡Hola chicos, que guapos estáis! Me alegra de veros aquí. La cena empezará en una hora. Por las mesas hay comida para picotear. Los chicos están en esa esquina.—Nos señaló una zona de la sala.—Disfrutar.

Él se marchó y nosotros fuimos hacia donde estaban los demás, todavía estando yo aferrada a su brazo.
Cuando llegamos todos nos miraron. Yo rápidamente me solté de su brazo, ya que no quería que se pensaran nada raro. De repente, todos se me quedaron viendo.

—Que linda te ves, Nala.—dijo Enzo, sin quedarme la mirada.
—Si, te ves hermosa.—siguió Pipe.
—Me volví a sonrojar.—Gracias, chicos.

Pasamos un buen rato hablando hasta que llegó la hora de la cena. Los chicos y yo nos sentamos en la misma mesa para comer. Estuvimos hablando durante toda la cena de lo nerviosos que estamos por empezar los ensayos.
La noche transcurrió con normalidad. La cena estuvo bien, aunque el ambiente acabó siendo un poco aburrido para jóvenes como nosotros. Tras un buen rato de chistes malos para alegrar el ambiente y muchas risas de por medio a Fran se le ocurrió una idea.

Demasiadas emociones || LSDLNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora