4. La cita

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Matías recibió el alta médica con una sensación agridulce. Estaba muy feliz, por supuesto, ya podía caminar aunque fuese con la ayuda de una muleta, y la recuperación de la movilidad estaba siendo exitosa. Lo único malo es que la recibió del doctor Pardella y no lo tragaba desde que había olido el aroma de Enzo en su piel.

Al otro alfa tampoco parecía caerle en gracia, así que fue un intercambio algo incómodo, pero Pardella se mantuvo profesional, así que tampoco iba a quejarse.

Tenía muchas cosas que hacer, como encontrar a Enzo para pedirle oficialmente una cita y continuar con la demanda que representaba.

Prioridades, supuso.

***

Enzo se vio sorprendido por un abrazo en la sala de descanso de los enfermeros. Estaba solo allí, pero Agustín era médico, no enfermero, y ni siquiera debería estar ahí en primer lugar.

—Agus, qué sorpresa —dijo, correspondiendo el abrazo. Últimamente el alfa estaba algo más cariñoso que de costumbre y no le molestaba, pero sabía que no deberían verlos mostrándose muy físicos en su lugar de trabajo.

—Le di el alta a Matías Recalt y te está buscando —lo informó Agustín, sin soltarlo aún— Vine a avisarte.

Rápidamente empezó a oler feliz. Le gustaba aquel alfa y presentía qué era lo que quería decirle.

—Sos el mejor, Agus.

Rompió el abrazo con delicadeza y se despidió de él con un beso en la mejilla.

Fuera, se encontró con Matías, que claramente lucía como si estuviese buscando a alguien. Se acercó a él y lo sorprendió.

—Hola, chiquito.

Matías se dio la vuelta. Era la primera vez que lo veía en pie, aunque se sostenía con la ayuda de una muleta. El alfa era ligeramente más bajito que él, y también más joven. Su omega interior ronroneaba al verlo, sintiéndose atraído por el alfa de él.

—¡Enzo! Por fin te encuentro. No quería irme sin despedirme de ti.

Sonrió amablemente, contento al sentir que el alfa lo buscaba.

—Más te valía despedirte de mi, chiquito —le dijo con una sonrisa amable.

Matías sonrió y se aproximó más a él, para que solamente él pudiese oírlo.

—Ya puedo caminar, aunque sea con esto—afirmó el alfa— Y todavía me muero por tener una cita con vos.

Sintió como se sonrojaba ante las palabras del alfa.

—Quiero tener esa cita, también —confesó en voz baja, después de todo se suponía que no debía aceptar salidas personales con pacientes.

—¿Me das tu número? Así me decís cuando te va bien. Quiero llevarte a un lugar bonito, como vos.

Se sonrojó más y esbozó una sonrisa.

—Dale, apuntá, chiquito.

Matías sacó su celular y anotó su número, oliendo a felicidad

***

Enzo se sentía ansioso de la manera correcta. Había estado mensajeándose con Matías durante varios días, el alfa era atento sin ser pesado y le dejaba su espacio, pero nunca dejaba de interesarse por su día. Tenía una cita con él al día siguiente, iban a ir a cenar y no podía esperar a ver donde lo llevaba el alfa.

Destino [Matienzo - Agustín/Enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora