12. Un nuevo comienzo

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6 meses más tarde

Enzo estaba muy, muy orgulloso de Matías y de su progreso.

El alfa se estaba recuperando por fin de sus heridas emocionales, y realmente había cumplido lo que le había dicho aquel día en el hospital: estaba preparando una defensa para Rafael Federman y se estaba dejando la piel en ello. Solo eso ya decía mucho de cuanto había mejorado, y no podía alegrarse más por él.

Ya no amaba a su ex pareja, pero su naturaleza altruista hacía que todavía se preocupase por él. Además, le guardaba cariño por los buenos momentos que había vivido a su lado, habían estado juntos casi dos años y la mayor parte de su relación con él había sido muy buena, no se arrepentía de haberse enamorado de él. Pero sabía que contrariamente a lo que había creído en su día, Matías nunca había sido su alfa destinado, y lo sabía porque tenía delante al que sí lo era.

Agustín Pardella. 

No lo había entendido al principio, ni siquiera se había dado cuenta y y sabía que el alfa no era consciente del todo aún, pero lo era, estaba seguro. La conexión entre ellos había sido inmediata, en cuanto se habían conocido automáticamente se llevaron bien, uniéndose en una estrecha amistad que con el tiempo había evolucionado a otra cosa. Comprendía ahora porqué le había resultado tan difícil soltarlo cuando finalmente empezó a salir con Matías, pero no volvería a soltarlo nunca más.

Ese alfa era suyo, y quería que lo fuese para siempre.

Estaba en proceso de mudarse con él, y lo veía pasearse libremente por su casa, empaquetando las cosas que iban a llevarse y su corazón se aceleraba cada vez que el alfa le sonreía o lo besaba. Estaba dejando su vínculo fluir por fin y se sentía maravilloso. Y si se sentía así sin que Agustín lo hubiese mordido... Aún era pronto para eso, pero estaba destinado a pasar y una parte de él estaba impaciente por sentir a su pareja de aquella manera.

—Hoy estás muy distraído —le dijo Agustín con una sonrisa, pasando por su lado cargado con una caja llena de libros suyos. Casi ronronéo ante la demostración de fuerza, pero se contuvo— ¿En qué pensás tanto, precioso? 

—En vos —le contestó, y se sonrojó al darse cuenta de como de enamorado y soñador había sonado.

Su alfa le sonrió de nuevo, oliendo feliz, y viviría por esa sonrisa sincera que le dedicaba todos los días. Agustín lo besó rápidamente antes de volver a por más cajas.

—No me tenés que pensar tanto, mi amor —le dijo su alfa, siempre tan deliciosamente abierto para él— Estoy con vos y no me voy a ninguna parte, precioso. Tendría que estar loco.  

—Te amo —le contestó, y no sabía que le había dado exactamente pero caminó en su dirección hasta alcanzarlo y abrazarse a él, haciendo que el alfa soltase lo que estaba agarrando— Mi alfa, te amo muchísimo.

Los fuertes brazos de de Agustín lo rodearon y sintió sus labios en su frente. El aroma de su alfa, de por sí dulce, se hizo mucho más dulce aún ante sus palabras, envolviéndolo por completo.

—Te amo, precioso mío —lo correspondió al tiempo que lo abrazaba y acariciaba su espalda— No sé que te pasa hoy, pero no me voy quejar de que me hagas sentir tan querido, mi omega.

Le rodeó el cuello con los brazos y lo besó, arrancándole un ruidito de satisfacción de los que le encantaba oírle.

—Para vos todo me parece poco, Agus —le dijo, y definitivamente su alfa tenía razón. Estaba especialmente romántico ese día, pero Agustín era uno entre un millón y siempre parecía deseoso de recibir sus mimos.

Destino [Matienzo - Agustín/Enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora