3. Labios compartidos

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Matías había estado inquieto las últimas dos semanas. Desde su segundo intento de asesinato había un guardia apostado permanentemente en su puerta y se sentía un poco más seguro, pero aún saltaba cuando alguien entraba en su habitación. Excepto si era Enzo, claro, conocía bien su dulce aroma tranquilizante. Estaba impaciente, en una semana le darían oficialmente el alta y podría llevar al omega a la cita que le prometió.

Un enfermero desconocido entró en ese momento e inmediatamente se tensó, mirándolo con desconfianza, pero este no era como el tipo que había intentado matarlo. El chico era un omega de piel clara, ojos verdes y una sonrisa amable en la cara.

—Hola, me llamo Francisco —le dijo sonriéndole— Voy a hacerte las curas hoy.

—¿Dónde está Enzo? —preguntó, y al momento se dio cuenta como había sonado— Perdón, no quise sonar descortés. Encantado, Francisco.

El chico le sonrió de nuevo, acercándose.

—Podés llamarme Fran. Hoy es el día libre de Enzo, así que yo voy a curarte.

Asintió y cuando el omega se acercó más a él pudo oler su aroma a lavanda y a lluvia. Olía muy rico, pero no tanto como Enzo, cuyas notas de olor podía percibir también levemente en Francisco.

—Hueles a Enzo —dijo sin pensar.

El otro omega rio.

—Sí, él es mi compañero de turno favorito, paso mucho tiempo con él en esta planta —le dijo con una risita— Y vos sos el que le pidió una cita, ¿verdad?

Matías se puso rojo hasta la raíz del cabello mientras el omega se ponía los guantes y empezaba a manipular su herida.

—Sí, se lo pedí.

La sonrisa de Fran se intensificó y olía alegre.

—Perfecto, eso es maravilloso —le dijo mientras limpiaba su herida, y de repente empezó a oler protector— Pero más te vale tratarlo bien, ¿eh?

—Claro que sí —contestó rápidamente— Él me gusta de verdad. Fue lo primero que vi cuando recuperé la consciencia en el accidente.

—Enzito es todo un ángel, lástima que no se da cuenta —bromeó Fran— Está ilusionado con la cita que le pediste. Yo conocí a mi marido así.

—¿También en un accidente?

Fran rio, oliendo a omega emparejado y enamorado.

—No, me refiero a cuando se armó de valor para pedirme una cita de cortejo —Fran se quitó los guantes y le mostró una alianza en su dedo anular— El que te operó la pierna cuando te trajeron, ese es mi marido, Esteban. Mi alfa.

—Wow, entonces las series de médicos sí decían la verdad —bromeó Matías— Todos cogen con todos.

Fran le guiñó un ojo antes de salir, riendo.

—Si vos supieras, Matías, si sólo supieras las cosas que pasan acá.

Le gustaba ese omega, le había caído bien al momento. Después de todo era bueno saber que Enzo tenía buenos amigos que lo cuidaban y aconsejaban, y estaba interesado en ir conociendo a su entorno. Si quería tener una relación con él, tenía que integrarse con su grupo y conocerlo mejor.

Eso pensó hasta que conoció al doctor Agustín Pardella.

***

Enzo se desperezó en la cama de Agustín, sintiéndose recargado ante la noche de sueño reparador que había pasado junto al alfa. El sexo con Agustín siempre lo dejaba satisfecho, el alfa era cariñoso y dulce con él y lo hacía sentirse bien, despertar envuelto en su aroma era algo que le gustaba porque siempre significaba que había pasado una buena noche.

Destino [Matienzo - Agustín/Enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora