Matías no era el mismo alfa con el que había empezado a salir hacía más de un año y lo sabía, aunque también entendía que el alfa había pasado por mucho. El juicio aún no había terminado y ya habían intentado matarlo cinco veces, y lo habían dejado con una lesión de por vida.
Quería cuidarlo, era su alfa destinado y lo quería, pero Matías lo alejaba y le dolía su actitud.
—Déjame en paz, Enzo —le estaba diciendo el alfa, rechazando su ayuda para ponerse en pie— No necesito un cuidador. No soy un inútil, no me trates así.
Lo miró, sintiendo el dolor y el cansancio en su corazón.
—El único que piensa así de sí mismo sos vos, Matías —le contestó con pesar, cansado de discutir con él por el mismo motivo— Me voy a trabajar, nos vemos más tarde. O no, como quieras, ya no te voy a insistir en nada.
Sin esperar respuesta se marchó, oliendo claramente a tristeza.
***
Matías sintió las lágrimas deslizarse por sus mejillas en cuanto sintió el portazo de Enzo, efectivamente el omega se había ido sin una sola palabra más. Le dolía quedarse cojo con veintidós años, pero más le dolía el corazón y lo que le estaba haciendo a su omega destinado.
Se estaba portando como un estúpido con él y lo sabía, pero simplemente no podía evitar sentirse como una carga para él. Enzo era una persona altruista, se había hecho enfermero por un motivo, pero no quería que cargase con sus cuidados toda la vida.
La estaba fastidiando con él y lo sabía bien, pero algo oscuro se apoderaba de él cada vez que su omega destinado quería hacer algo lindo por él. Debería sonreír, besarlo y agradecer el tenerlo en su vida, pero lo que le nacía era alejarlo de él y sabía que si continuaba así lo iba a perder, pero no veía el camino, no veía como cambiarlo.
Y el juicio aún no había terminado, faltaba un mes y medio.
Todo era una tortura y sentía que su vida se caía a pedazos.
***
—¿Estás bien, precioso?
La preocupada voz de Agustín lo sacó de su nube de pensamientos oscuros. Se había distanciado ligeramente del alfa después de la lesión de Matías porque no tenía tiempo para nada, pero se estaban acercando lentamente de nuevo, recuperando la relación que tenían antes. Siempre habían sido muy buenos amigos y veía la preocupación sincera en los ojos de Agustín cuando lo miraba.
—No, no mucho —murmuró, incapaz de mentirle a la cara.
—¿Querés hablar luego, cuando salgamos? —el alfa olía realmente a preocupación y Enzo sintió una agradable calidez por dentro— Podés hablar conmigo de lo que sea, lo sabes, Enzo. Estoy aquí para vos.
—Dale, te veo más tarde —aceptó. Echaba de menos a su amigo— ¿Tomamos un café?
La sonrisa brilló en la cara de Agustín.
—Eso está hecho, precioso.
Estaba exhausto cuando acabó su turno y casi quiso cancelar su compromiso con Agustín, pero finalmente decidió que no lo haría. Necesitaba hablar con él, necesitaba sentirse escuchado y quería saber su opinión. El alfa nunca antes le había dado un mal consejo y estaba seguro de que no empezaría en ese momento.
—Hola, bonito —lo saludó Agustín, dejando un suave beso en su frente.
—Hola, Agus —correspondió y lo abrazó. Realmente había extrañado el olor a vainilla y madera, no por nada era su amigo más antiguo en el país.
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Destino [Matienzo - Agustín/Enzo]
RomanceEl abogado Matías Recalt sufre un accidente y conoce al enfermero Enzo Vogrincic, que le salva la vida. Sus destinos se entrelazan y quedan sellados ese día, pero no son los únicos que tiene un destino en común. Agustín Pardella también tiene uno. O...