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Coincidir con un buen marido es un lujo con el que algunos matrimonios cuentan, pero «conectar» con alguien es un milagro que pocas personas viven.

La Bella Cortesana


Cuando el mayordomo apareció con una carta, algo en el interior de Juliet supo que algo andaba mal. Sin embargo, prefirió seguir cenando en paz. Lysander estaba gruñendo que no quería comer las verduras que hacía la nueva cocinara (antes era lavandera, pero la cocinera tuvo que irse y no pudieron encontrar remplazo a tiempo), mientras que Imogen le lanzaba guisante para burlarse de él. Mopsa dejó de lado los cubiertos y suspiró con fuerza.

—Niños, compórtense —pidió mientras les lanzaba una mirada fulminante a sus hijos.

Juliet cortó otro pedazo de pavo. Quizás las verduras no, pero la cocinera tenía un sazón muy exquisito para las carnes.

—¡Maldición! —exclamó Bassanio sin aviso.

Tomó la carta, la hizo una bola de papel y la lanzó hacia un rincón de la habitación.

—¿Qué ocurre, Bassanio? —preguntó Mopsa—. Sabes que no me gusta que sueltes improperios en frente de tus hijos.

—¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre? —El rostro del lord se contrajo en una mueca de rabia, con el ceño fruncido y las fosas nasales muy abiertas. Entonces colocó ambas manos en la mesa y se dirigió a sus hijos—: Lysander, lleva a tu hermana a su habitación.

—Papá...

—¡Es una orden!

Sin rechistar, el chico se levantó y tomó a su hermana, quien alcanzó a lanzar un último guisante.

—Bassanio, no me gusta esta actitud...

—¡Tú cierra la boca! —gritó.

Entonces, el hombre se levantó arrastrando la silla, y cruzó la sala hasta el asiento de Juliet. Ella creyó que él seguiría de largo y saldría de la habitación, pero en lugar de eso la tomó del brazo con fuerza y la levantó de su asiento con un tirón. Juliet sintió la quemadura que produjo el pulgar en su antebrazo.

—Con todo lo que te hemos dado, ¿por qué sigues queriendo arruinar nuestras vidas? —preguntó Bassanio.

La sujetó del otro brazo y la sacudió con fuerza, como si ella no fuera más que una muñeca de trapo.

—¡Bassanio! —gritó Mopsa.

El grito consiguió calmarlo un poco, o eso pensó Juliet. Bassanio la soltó y ella, casi por instinto, dio un paso atrás para alejare de él. Pero no podía huir, una parte de sí sabía que si corría entonces todo sería mucho peor.

Con el Filo de la Lengua ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora